Formo parte del grupo motor que impulsa el proyecto nacional de Ciudades Saludables en Petrer.
Lo hago desde donde vivo cada día: desde el apoyo de una silla de ruedas para moverme.
Pero también desde la convicción firme de que una ciudad saludable no lo es si no es también accesible, justa y pensada para todos.
En esta primera etapa del proyecto, hemos recorrido barrios, escuchado voces de todas las edades y condiciones, detectado carencias que duelen y propuestas que ilusionan.
La Concejalía de Servicios Sociales, con la planificación cercana y profesional de Mercedes y Jesu —técnicas que ahora inician una merecida jubilación— y sus equipos, han abierto espacios de participación donde por fin hemos podido hablar sin miedo y con libertad.
Como activista social y persona con movilidad reducida, he reivindicado lo evidente: que la salud no es solo una cuestión médica, es también urbanismo, transporte, soledad, oportunidades, acceso a servicios, entornos donde poder estar sin depender de nadie.
Una rampa a tiempo puede ser más saludable que un informe. Un paso de peatones seguro puede salvar vidas. Y una escucha honesta puede abrir caminos que estaban cerrados durante años.
El Ayuntamiento ha elaborado vídeos donde se recogen muchos de los temas tratados.
Es esencial compartirlos, moverlos, sensibilizar a toda la ciudadanía, porque si este proyecto se queda en los despachos, perderemos una oportunidad histórica.
Necesitamos que toda la población sepa que hay un plan en marcha y que puede y debe ser parte de él.
Petrer no va mal encaminada, pero el reto está en no detenerse, en llegar más lejos, a más rincones: polígonos, parajes rurales, urbanizaciones mal conectadas, aceras imposibles, espacios donde aún no ha llegado la transformación.
Como persona que necesito para mi movilidad silla de ruedas, he sentido muchas veces compasión y a la ciudad como un obstáculo.
Pero también he aprendido que la lucha colectiva, la empatía y la acción compartida pueden hacerla más habitable.
Este proyecto me devuelve la esperanza de que sí, se puede. Pero no basta con decirlo: hay que hacerlo.
Pablo Carrillos Huertas