Un fantástico artículo en Wired, “Forget foreign languages and music. Teach our kids to code“
expone de manera clara las razones por las que la programación debería
ser una asignatura incorporada al curriculum educativo desde la fase
infantil: no para que sean programadores cuando crezcan, sino porque van
pasarse la vida rodeados de objetos programables.
La programación puede enseñarse de maneras absolutamente didácticas desde edades muy tempranas, al mismo tiempo que los niños aprenden a leer, con herramientas cada vez más baratas y sencillas,
e incluso apoyando el desarrollo en el aprendizaje de otras áreas.
Aprender desde pequeños cómo funciona un ordenador y cómo podemos
comunicarnos con él permite que los niños entiendan mucho más de la
realidad que les rodea, y que estén mucho más preparados para aportar
valor en la sociedad que les rodea. Iniciativas como el cambio del bachillerato inglés para incluir las Ciencias de la Computación siguen una filosofía clara que sin duda llegará a tener su reflejo en el futuro de los países que las adopten.
Existen ya innumerables desarrollos destinados a enseñar programación a los niños.
Falta que, como sociedad, lo reclamemos a las escuelas en las que
estudian nuestros hijos. Exijamos profesores con la preparación adecuada
para poner en marcha de manera exitosa este tipo de iniciativas: no
simplemente soltar a los niños delante de una máquina, sino desarrollar
toda la metodología adecuada para convertir la programación en algo que
los niños disfruten haciendo, que sirva a unos objetivos curriculares
claros, y que pueda evaluarse como se evalúan otras asignaturas
relacionadas con el conocimiento del medio. Al mismo nivel de
importancia, no en forma de extraescolares o como una iniciativa
pintoresca o “moderna” más. Al paso que va la evolución de la tecnología,
es posible que incluso los idiomas acaben resultando menos importantes
que el saber programar y entenderte con el entorno que te rodea.
La programación enseña a pensar, permite desarrollar habilidades que
cognitivamente tienen un valor muy elevado, y resulta especialmente
eficiente cuando se comienza a edades tempranas. Sinceramente, es el verdadero reto que tendría que estar planteándose nuestro sistema educativo: no
en un plan quinquenal, no como futuro cercano, sino empezando mañana
mismo. Como objetivo estratégico a todos los niveles, con la importancia
que verdaderamente tiene seguir un movimiento que está teniendo lugar en escuelas de los países desarrollados de todo el mundo. Para en futuro de los niños, y para nuestro desarrollo como sociedad. E.Dans
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