Petrer en la Edad Media
Manuel Benítez Bolorinos Universidad de Alicante.
Acto anual histórico de “La Rendición de Petrer”
en el mes noviembre desde el año 1982, adaptada teatralmente por
Francisco Máñez Iniesta.
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Durante los últimos siglos de la Edad Media, el lugar de Petrer fue testigo o estuvo inmerso en algunos de los acontecimientos más destacados de la historia peninsular1. Podríamos considerar como punto de partida el Pacto de Alcaraz (1243) que supuso la entrada del reino musulmán de Murcia en la corona de Castilla, "con la ciudad de Murcia e todos sus castillos, que son desde Alicante fasta Lorca e fasta Chinchilla". Este pacto sancionaba el pago de impuestos de los musulmanes que habitaban estas tierras a cambio de la conservación de cierta autonomía en el poder político, en la elección de los cargos públicos, en sus bienes y propiedades, en la religión islámica y en sus costumbres y tradiciones2.
Poco después del acuerdo firmado por el infante Alfonso (futuro Alfonso X el Sabio) y la dinastía Ibn Hud que gobernaba el referido reino de Murcia, el señorío de Petrer pasó a Jofre de Loaysa, copero mayor y encargado de la educación del infante castellano Fernando de la Cerda. Además, siendo ya rey, Alfonso X instituyó el mayorazgo a favor de su hijo García Jofre de Loaysa (1258) consolidando la implantación del sistema impuesto por los conquistadores cristianos, el feudalismo. No se debe de olvidar que el castillo de Petrer era fundamental para el control del valle debido a su situación estratégica.
Otro acontecimiento clave para la posterior evolución del territorio sería la intervención del rey aragonés Jaime I como consecuencia de laHoja-2
HOJA 2 revuelta de los mudéjares murcianos en 1264, apoyada por el rey de Granada, Muhammad ibn Yüsuf ibn Nasr. El foco de la revuelta fue doble: Andalucía y Murcia. Ante la imposibilidad de Alfonso X de sofocar ambos levantamientos, Jaime I decidió ayudar a su yerno, en una actuación muy debatida por la historiografía por sus motivaciones y consecuencias. El rey Conquistador sofocó la sublevación de las poblaciones de la actual provincia de Alicante y de la región de Murcia, introduciendo además repobladores de su corona.
Según afirma la documentación, una vez ocupada Elda, los habitantes de Petrer enviaron al aragonés dos vells, o representantes de la aljama, y un judío para parlamentar con Jaime I. Éste se comprometió a mediar con Alfonso X y con Loaysa a cambio de la rendición. Los enviados afirmaban que se habían revelado por los maltratos sufridos por parte del noble castellano y que no deseaban volver a -su señoría por temor a represalias, sino que preferían quedarse con el rey aragonés. Finalmente los petrerenses musulmanes aceptaron las condiciones de este monarca y se reintegraron en el dominio de su señor feudal3. La expedición catalano-aragonesa en Murcia finalizó en 1266.
■ Pero, como es sabido, no fue la actuación de Jaime I la que permitió la incorporación de Petrer y del Vinalopó a la corona de Aragón, sino la de su nieto Jaime II. El rey Justo conquistó el reino) castellano de Murcia entre 1296 y 1304, llegando a un acuerdo posteriormente con el rey de Castilla para dividir dicho reino (Sentencia Arbitral de Torrellas, 1304, y Acuerdo de Elche, 1305). Petrer pertenecía en aquel momento a Joan García de Loaysa. Este noble mantuvo sus posesiones tras la negociación con el monarca aragonés, quien confirmó la heredad con numerosas franquicias en el reino de Murcia. Jaime II esperaba una actitud favorable de Joan García de Loaysa para que el señorío de Petrer lo aceptara como rey de Murcia. Por eso puso los señoríos de Bañeres y Petrer bajo jurisdicción real y confirmó a las hermanas del noble, Aldonga, Jacometa y Guisabel, los bienes de Alicante y su término. Loaysa rindió homenaje al rey por Petrer el 4 de junio de 1296. Sin embargo, los moros de Petrer intentaron liberarse del pago de los tributos que debían pagar al considerar a García de Loaysa un representante del antiguo régimen castellano, pero Jaime II ordenó a sus oficiales que obligasen a los moros a pagar los tributos a la familia Loaysa4.
Después de Torrellas sólo tres señoríos del Vinalopó siguieron perteneciendo a sus antiguos propietarios: Petrer (Loaysa), Crevillente (familia Ibn Hudayr), Villena y Sax (infante don Juan Manuel), que había perdido a su vez Elche, Monóvar, Xinosa, Aspe, Elda y Novelda (aunque fue compensado por el rey de Castilla con la villa de Alarcón y otras propiedades). Jaime II demostró un claro interés por controlar los grandes señoríos del Vinalopó, mientras que los ¡Pequeños fueron devueltos a los antiguos propietarios. De esta forma no ponía en peligro la estabilidad política de las tierras. El potencial demográfico de esos territorios tampoco era peligroso contra la soberanía real'.
A partir de aquí nos encontramos con una serie de características bastante interesantes que condicionan el devenir medieval del Vinalopó y, por tanto, también de Petrer. En primer lugar, la población mudéjar manifestó su voluntad de permanecer en tierras señoriales a pesar de los constates esfuerzos reales por atraerlos al realengo. Esta decisión derivaba en parte de su conciencia islámica, de su deseo de conservar una cultura islámica integral, lo que representaba una empresa más difícil en un medio urbano altamente cristianizado. En las ciudades del reino, especialmente en la propia Valencia, las manifestaciones de la fe católica estaban muy extendidas, y sus predicadores y adeptos eran más agresivos y menos tolerantes con las manifestaciones de la fe musulmana. De modo que los principales centros de enseñanza islámica se trasladaron desde las ciudades a las villas señoriales. Muchos mudéjares consideraron que proporcionar a sus señores rentas más altas o servicios adicionales era el pequeño precio a pagar por el mantenimiento de una fe viva y una comunidad cohesionada6.
En cuanto al corredor del Vinalopó se convirtió en un terreno fronterizo, dentro del concepto de frontera medieval, entendiendo como un espacio amplio y no como limes preciso. Estamos hablando, por tanto, de una región límite entre las coronas de Castilla y Aragón, En este sentido, destaca también su cercanía al reino nazarí de Granada y, por tanto, frontera entre el Islam y la Cristiandad. Nos encontramos así ante un espacio de intercambio, pero también ante un territorito donde los ataques externos amenazan la economía (cosechas, ganado, estructuras de trigo, tala de árboles…) y la vida de sus habitantes,
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Las relaciones entre los mudéjares del Vinalopó y los cristianos estuvieron condicionadas por la "neurosis granadina" que afectó de manera fundamental a estas tierras debido a los asaltos de almogávares nazaríes en busca de botín y para raptar cristianos con los que obtener un rescate8. Por su parte, los mudéjares se sintieron cada vez más presionados por el dominio cristiano que limitaba su libertad religiosa, usos y costumbres, a pesar de los pactos iniciales.
Al margen de esta situación, uno de los conflictos que más afectaron a las tierras del Vinalopó en la segunda mitad del siglo XIV fue la conocida como Guerra de los Dos Pedros, protagonizada por Pedro I el Cruel, rey de Castilla, y Pedro IV el Ceremonioso, monarca de Aragón. La situación de Petrer, a diferencia de otras poblaciones del Vinalopó, saqueadas por Pedro el Cruel, se debió a que su señor, García Jofre de Loaysa, apoyó inicialmente al rey castellano. Pedro el Ceremonioso mandó el 2 de enero de 1359 al infante Fernando a Petrer con gente de caballo y de a pie para asediar la localidad, a cambio don Fernando obtendría el castillo de Petrer. Probablemente el asedio no se produjo, porque en abril Loaysa acudió con cien hombres de armas por orden del rey Cruel, aunque una vez allí prometió a don Fernando hacer la guerra al monarca de Castilla. El infante decidió defenderle, pero las sospechas de alianza con el Cruel continuaron.
En diciembre de 1362 Pedro IV envió al conde de Denia a defender Petrer con una guarnición^ de quince ballesteros, a pesar de lo cual cayó en manos castellanas. El hecho de que el alcaide y batlle del lugar, García Álvarez, conste como muerto poco después, hace indicar que quizá murió en el combate defendiendo el castillo, pero su fidelidad es sospechosa ya que anteriormente el infante Fernando le había confiscado bienes en Monforte y Aspe (1358-59) por su apoyo al castellano.
No fueron muchos los años de dominación castellana sobre las poblaciones del sur del reino de Valencia. Todas ellas regresaron a la obediencia de Pedro IV entre julio y agosto de 1366. Una vez pacificadas las relaciones entre Castilla y Aragón, García Jofre de Loaysa fue confirmado como señor de Petrer9.
El resultado de la Guerra de los Dos Pedros fue desastroso para los combatientes. Pedro el Cruel murió como consecuencia de la guerra civil que continuó al conflicto con el aragonés. No logró domeñar a la levantisca nobleza castellana que apoyó a su hermanastro Enrique II de Trastámara, ni recuperó el sur del reino de Valencia, su objetivo inicial. La corona de Aragón salió debilitada del largo conflicto, económica y demográficamente hablando. Las comarcas del Vinalopó quedaron arrasadas y su recuperación fue bastante lenta.
En esas últimas décadas del siglo XIV, la familia Loaysa dio paso a la Rocafull cuando la hija de García Jofre se casó con Joan de Rocafull. A continuación el señorío de Petrer pasó a doña Violante de Bar, esposa del rey aragonés Juan.
En el siglo XV (1420) doña Violante vendió los alodios de Aspe y Elda al noble aragonés Alfonso Ximén Pérez de Corella, copero mayor del rey Alfonso V de Aragón y futuro conde de Cocentaina. En 1431, también vendió Petrer a los Corella11. De esta forma, los lugares de Elda, Petrer, Aspe y Salinas pasaron a formar parte de un mismo señor, en conflicto con los Maga de Lifana que controlaban Novelda y Monóvar, y con la ciudad de Barcelona, que había obtenido los-derechos de Elche y Crevillente.
Un ejemplo de estos enfrentamientos feudales está fechado el 9 de septiembre de 1457. La documentación del Archivo del Reino de Valencia (ARV) describe las relaciones existentes en torno al Vinalopó entre la monarquía aragonesa, el conde de Cocentaina, la ciudad de Elche, los pobladores musulmanes y los cristianos.
Estamos hablando de una bandería nobiliaria que tuvo lugar a comienzos del verano del año 1457. Al parecer los batles y oficiales de Petrer, Elda, Aspe y Salinas, vasallos del conde de Cocentaina, Ximén Pérez de Corella, dirigieron a veinticinco hombres a caballo y quinientos a pie.-lo cual parece una cifra relevante para este tipo de acciones-, y entraron a saco en la huerta de Crevillente. Lo hicieron "ma armada, banderes... trompetes sonants...", dando paso a una acción en la que estuvieron "corrent, tallant, robant, matant e naffrant, tirant ballestas enerbades, aço a aplegar a les parets del dit loch".
El resultado fue la captura de seis moros, ganado y ropas valoradas en más de quinientos florines, matando a un moro e hiriendo a otro. Los seis capturados, junto con el resto del botín, fueron trasladados hasta la localidad de Aspe. El motivo de la correría de 1457 fue una acción de represalia desde las poblaciones pertenecientes a la familia Corella por el apresamiento de un mudéjar áspense por parte del procurador general de Elche y Crevillente, Francisco Buçot. Este moro había sido detenido a causa de un delito cometido en la villa de Elche. El propio Buçot se encargó de poner en conocimiento del asalto al lloctinent del gobernador de la partida.
Nos encontramos ante un hecho armado ocurrido entre pobladores dependientes de dos señoríos distintos, cuya resolución hizo necesaria la intervención real. El texto que nos sirve de base es precisamente la respuesta del rey Juan II de Navarra12, lugarteniente de Aragón, Valencia y Mayorca, a estos acontecimientos, ordenando al batle della Sexona, Jaume Roca, que interviniera en el asunto, pues hasta el momento no había mostrado demasiado interés por los acontecimientos.
La impunidad de tal correría habría permitido su repetición, ya que el batle de Elda, no contento con el primer delito, regresó al término de Elche con doce caballos y veinticinco peones rompiendo el camino real, asaltando y haciendo prisioneros a cinco cristianos y tres moros de Elche y de Crevillente, con tres bestias cargadas de alfombras y una de harina, llevándolo todo al lugar de Elda. A pesar de este crimen, indica Buçot, Jaume Roca no quiso hacer justicia ante lo sucedido.
Juan II resolvió que Jaume Roca debía encargarse de cualquier causa civil o criminal en el territorio que componía su jurisdicción. También le indicaba que recuperase a los moros y demás bienes robados, admitiendo las contumacias denunciadas "según fuero, justicia y buena razón". Además, le imponía una multa de 10.000 florines de oro en caso de contravenir la orden13.
Nada más se conoce de lo acontecido. Aun así, el texto nos sirve para comprender cuál era la situación del Vinalopó y de la localidad de Petrer en los últimos años del período medieval, un tiempo en el que los señoríos feudales se habían consolidado claramente sobre este territorio desde su incorporación al mundo cristiano en 1243.
NOTAS
El presente trabajo es parte del proyecto de investigación que lleva por título "Fundamentos de identidad política: la construcción de identidades políticas urbanas en la península Ibérica en el tránsito a la modernidad" (HAR2009-08946).
TORRES FONTES, J. (1987): La reconquista de Murcia en 1266por Jaime I de Aragón, Murcia, p. 34.
SEGURA HERRERO, G., SIMÓN GARCÍA, J. L. (2001): Castillos y torres en el Vinalopó, Petrer, pp. 126-127.
FERRER I MALLOL, M.a T. (2005): Entre la paz y la guerra. La Corona Catalano-Aragonesa y Castilla en la baja Edad Media, Barcelona, pp. 48-54.
FERRER I MALLOL, M.a T. Entre la paz y la guerru..., p. 150.
MEYERSON, MARK D. (2001-2002): "Un reino de contradicciones: Valencia 1391-1526". Los mudéjares valencianos y peninsulares. Revista d 'História Medieval, Valencia. n.° 12, pp. 16-17.
CABEZUELO PLIEGO, J. V. (1997-1998): "El negocio del rapto en la frontera de Orihuela a principios del siglo XIV", Miscelánea Medieval Murciana, Vol. XXI-XXII, Murcia, p. 44.
Ibídem.
CABEZUELO PLIEGO, J. V. (1991): La guerra de los dos Pedros en las tierras alicantinas, Alicante.
FERRER I MALLOL, M." T. (1988): Les aljames sarraines de la governació d'Oríola en el segle XIV, Barcelona, pp. 24-26.
FERRER I MALLOL, M.a T. Les aljames sarraines..., p. 43.
Lugarteniente general de la Corona de Aragón, nombrado por su hermano Alfonso V,
al que heredaría como rey de la corona al año siguiente.
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