Filà de "Jaime I"
EL AYER Y EL HOY DE UNOS NIÑOS… DE UNOS JOVENES FESTEROS SOÑADORES.
Francisco Máñez Iniesta
Evocar la filà de "Jaime I", es ante todo para mí, evocar a un grupo de festeros que aman sobremanera nuestra fiesta de moros y cristianos. Pero sobre todo, es evocar a dos amigos, Julio y Gabriel, que han sido para mí como hermanos desde que nacimos a la sombra del monumental templo de San Bartolomé y la luz brillante de la plaza. La plaza, que tanto sabe de nuestros juegos llenos de fantasías, y también en la rambla, y los alcabores, y el viejo castillo sin puerta. ¡Qué suerte tuvimos! Tener un castillo de verdad para nosotros, lleno de historia, sin puertas, siempre abierto, día y noche, dispuesto siempre para acoger nuestros juegos. Ganando y perdiendo mil batallas entre moros y cristianos, a golpes de piedras y espadas de madera que nos hacía su padre en su carpintería.
Su hermano Pepe – DESCANSE EN PAZ- y yo nacimos un poco antes que ellos. Pero ellos, con los "Paus", Juan y Pablo, siguieron nuestros pasos. Los pasos de aquella banda alocada que formábamos con Luis y Pepico "Cotene", más mayor, que siempre hacía de jefe, Pascual Aracil y Antoñin, el hijo de D. Antonio, nuestro maestro, Quique Amat y Pepito el de Joaquina. A pesar de ser un tiempo gris y de carencias que nos marcaron para siempre, a nosotros los niños, gracias a nuestras fantasías, nos faltaban horas durante el día para jugar, a pesar de estar constantemente perseguidos por el "Tío León", "El Tío Pájaro" y el buenazo de "El Tío Pepe"; aquellos guardias municipales que nos perseguían siempre, - seguramente para no aburrirse- a carrera abierta, aun no pudiendo con su alma- pues no tenían más vehículo que sus piernas- por las calles y plazas del pueblo, como si realmente fuésemos la banda de Al capone. Entonces, la calle era nuestra y de los guardias, que enseguida se ponían nerviosos cuando nos veían reunidos. Entonces, nosotros, los niños, éramos los únicos que corríamos por las calles del pueblo.
Especialmente con Gabriel, me volvía a encontrar al cabo de los años en la Unión de Festejos. Gabriel formó parte de las mismas comisiones de trabajo que yo. Entonces vi cómo, bajo el beneplácito de su presiente de la comparsa de Vizcaínos, el entrañable Pepe Pina, Gabriel, iba transformando la comparsa con trajes preciosos, con nuevas "filas", hasta llegar a transformarla totalmente. Luego, fue su presidente y junto con Santiago Payá, presidente de los moros Fronterizos, y Andrés Corcino de los Estudiantes, propulsaron la primera " Festa dels Capitans".
Los tres me propusieron que aportara alguna referencia cultural que entroncara en el medio año festero. Mi propuesta fue conmemorar la llegada de "Jaime I" a Petrer en el año 1265. A todos les gustó la idea, pero a Gabriel le entusiasmó, pues él, años atrás, ya había formado la filà con el nombre del Rey "Conquistador". Desde entonces, la filà "Jaime I", su filà que tanto ha gozado y sufrido, acompaña a su rey con sus mejores galas y deseos, desfilando orgullosos y sabedores de que su presencia junto al Rey y nuestro castillo de infancia, correrán el mismo destino.
Equivocadamente, decimos, que tenemos una fiesta de moros y cristianos magnífica, espléndida, entrañable, única... cuando realmente estos calificativos corresponden exactamente al conjunto de los hombres y mujeres que las realizan, que forman un pueblo. Sin festeros, sin pueblo, la fiesta no late, no existe. Es por ello, y no es una excesiva ponderación, decir, ahora que la filà " Jaime I " cumple sus bodas de plata, que su aportación ha contribuido a que estos adjetivos calificativos, honren a todos los festeros, o sea, a toda la fiesta. Y ya se sabe, querer la fiesta es querer a sus gentes, por espléndidos, entrañables, únicos... Felicidades amigos. Felicidades Julio. Felicidades Gabriel, Carlos…… Os deseo vivamente con toda mi alma que seáis felices, y que los entrañables recuerdos que nos unen a todos nos acompañen siempre.
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