lunes, 23 de febrero de 2015

Grupo Alberto Navarro Pastor -Elda Lo que el viento se llevó


Como dice el refrán: “no hay mal que por bien no venga”. Después de padecer estas fuertes ráfagas de viento con las que nos está  obsequiando la meteorología, se ha descubierto el pastel y todos hemos podido ver la escandalosa e innecesaria reforma de la que está siendo victima la Plaza de Castelar.

     La caída de esas chapas que ocultaban tal ignominia a los ojos de los Eldenses, nos indica, además del despropósito, la ínfima calidad de las obras que se están realizando y el error cometido al destruir el murete y la verja que circundaba el perímetro del recinto.

     Han bastado cuatro ventoleras para que todo se haya ido al traste y haya quedado al descubierto el verdadero motivo de tanto secretismo: la gran nave levantada, ocupando una excesiva parte del terreno y el desolador desastre que la circunda.

     Árboles talados, parterres destruidos…y allí está el gran mamotreto, destinado a ser el orgullo de la ciudad, el salvador de la economía local, el que atraerá a miles y miles de gourmets distribuidos por todo el mundo mundial; el que hará que  disminuya  el paro, abrirá las escuelas, subirá las pensiones, eliminará los recortes, aumentará la cultura, bajará los impuestos, nos librará de la miseria mental que está arruinando nuestras vidas…cuando se convierta en, UN GRAN RESTAURANTE.

    Nos intriga un tanto, el que antes de estar acabado ya haya salido a concurso su explotación, no es propio del modo de actuar del equipo de gobierno actual, ya que como sabemos hay otros parques donde la cafetería no está adjudicada, por ejemplo, en la Avenida de Ronda, de los dos quioscos solo uno funciona, en el Jardín de la Música, en el Parque de la Concordia…cerrados. Algo no encaja.

     Bueno, lo cierto es que seguramente y no precisamente por arte de magia, pasaremos de tener un parque público, frecuentado a lo largo de su existencia por varias generaciones de Eldenses, a tener un restaurante con jardín, un restaurante de cuántos ¿cuatro, cinco, seis tenedores?
 Se olvidan de que hay mucha gente que ni siquiera puede comer con un tenedor, entonces, cómo podrán hacerlo con tantos.

     Para la prisa que han demostrado tener y a la vista de cómo está el campo de batalla, parece que la cosa va muy lenta. No sabemos lo que pasará con el presupuesto cuando empiecen a tener que pagar horas extraordinarias. En fin, felicidades y suerte para quien lo pueda disfrutar…mientras, los demás, seguiremos pagando el pato

     Deseamos de todo corazón que esta sea la última inauguración de un proyecto sin sentido, para satisfacer un capricho personal, utilizando como argumento el progreso y contando con el dinero ajeno. Dios nos libre de los buenos samaritanos y permita que el mango de la sartén deje de estar en manos de quien no lo merece

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