Como dice el refrán: “no hay mal que por bien
no venga”. Después de padecer estas fuertes ráfagas de viento con las que nos
está obsequiando la meteorología, se ha
descubierto el pastel y todos hemos podido ver la escandalosa e innecesaria
reforma de la que está siendo victima la Plaza de Castelar.
La caída de esas chapas que ocultaban tal
ignominia a los ojos de los Eldenses, nos indica, además del despropósito, la
ínfima calidad de las obras que se están realizando y el error cometido al
destruir el murete y la verja que circundaba el perímetro del recinto.
Han bastado cuatro ventoleras para que
todo se haya ido al traste y haya quedado al descubierto el verdadero motivo de
tanto secretismo: la gran nave levantada, ocupando una excesiva parte del
terreno y el desolador desastre que la circunda.
Árboles
talados, parterres destruidos…y allí está el gran mamotreto, destinado a ser el
orgullo de la ciudad, el salvador de la economía local, el que atraerá a miles
y miles de gourmets distribuidos por todo el mundo mundial; el que hará
que disminuya el paro, abrirá las escuelas, subirá las
pensiones, eliminará los recortes, aumentará la cultura, bajará los impuestos,
nos librará de la miseria mental que está arruinando nuestras vidas…cuando se
convierta en, UN GRAN RESTAURANTE.
Nos intriga un tanto, el que antes de estar
acabado ya haya salido a concurso su explotación, no es propio del modo de
actuar del equipo de gobierno actual, ya que como sabemos hay otros parques
donde la cafetería no está adjudicada, por ejemplo, en la Avenida de Ronda, de
los dos quioscos solo uno funciona, en el Jardín de la Música, en el Parque de
la Concordia…cerrados. Algo no encaja.
Bueno, lo cierto es que seguramente y no
precisamente por arte de magia, pasaremos de tener un parque público,
frecuentado a lo largo de su existencia por varias generaciones de Eldenses, a
tener un restaurante con jardín, un restaurante de cuántos ¿cuatro, cinco, seis
tenedores?
Se olvidan de que hay mucha gente que ni
siquiera puede comer con un tenedor, entonces, cómo podrán hacerlo con tantos.
Para la prisa que han demostrado tener y a
la vista de cómo está el campo de batalla, parece que la cosa va muy lenta. No
sabemos lo que pasará con el presupuesto cuando empiecen a tener que pagar
horas extraordinarias. En fin, felicidades y suerte para quien lo pueda
disfrutar…mientras, los demás, seguiremos pagando el pato
Deseamos de todo corazón que esta sea la última inauguración de un
proyecto sin sentido, para satisfacer un capricho personal, utilizando como
argumento el progreso y contando con el dinero ajeno. Dios nos libre de los
buenos samaritanos y permita que el mango de la sartén deje de estar en manos
de quien no lo merece
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