Nombres propios de Petrer: DOROTEO ROMÁN:
NOMBRES
OLVIDADOS DE HIJOS DEL PUEBLO DE INMENSA
FORTUNA CULTURAL.
F. Máñez Iniesta
Doroteo Román, hijo de este pueblo , el hombre de la inmensa fortuna cultural vivió sumergido en la terrible soledad
que la vida depara cuando se está cerca
de un siglo de existencia.
Fue uno de los hombres más afortunados y sabios que conocí. Casi al
final de su vida todavía le conmovían las sacudidas atroces de este perro
mundo, mientras que su espíritu se entusiasma ante las grandes
manifestaciones del pensamiento humano.
Su capital, su riqueza estribó
en la inmensa cultural que poseía. Meditativo y elocuente, magistralmente elocuente,
rezumó sabiduría y humanidad. La
desaparición de su hija y posteriormente
su mujer le dejó una mueca de dolor que lo hizo más etéreo, más frágil y
sensible.
Su escaso cuerpo postergado ya
casi no le aguantaba; tenerse de pie e intentar trémulamente caminar era sufrir
un calvario, pero sentado en su sillón junto a la estufa que le proporciona el calor necesario para que su
sangre fluyese por su cerebro, y escucharle, era recibir uno de los grandes placeres del espíritu humano.
Su biblioteca, es densa y profunda
como fue su privilegia mente. En los libros y en su mirada serena, crítica, desarrolló
un caudal de sabiduría que le propició su inmensa fortuna cultural.
Durante toda su
vida se dedicó al estudio del
conocimiento humano de la filosofía de Bertrand Russell, el filósofo pacifista inglés que durante la primera
guerra mundial incitó al mundo a la objeción de conciencia siendo encarcelado por ello. Russell, fue sin
duda el espejo donde su espíritu se
reflejó plenamente, junto a Ortega y Machado y otros que estudió plenamente.
Lástima que no se hayan publicado nunca
sus conferencias y otros textos que esporádicamente muy pocos han leído, o escuchado sus lecciones
esporádicas pronunciadas en el Instituto
Azorín, invitado por el profesor Salvador Pavía.
Quienes le conocimos, jamás olvidaremos su
importante muestra cultural. Su espíritu
dolorido permaneció siempre erguido e
inhiesto, sustentado por su riqueza espiritual, pues jamás se doblegó ante el
imponente Becerro de Oro que tanto domina la sociedad.
Su olvido nos hizo
cómplices de la insensibilidad que afecta
al mundo. Nuestros sabios, se lo
merecieron todo y apenas recibieron un poco del calor humano. Sus nombres solamente figuran en los
listados de personajes del mundo de la cultura.
Mas ellos no nunca dijeron nada, sabían
mejor que nadie de injusticias, de
soledades, del olvido de la vejez. El
olvido es también fue la pesada losa de la tumba para quienes todavía permanecían vivos y solamente
necesitaban recibir un poco de calor; aunque quizá sea demasiado pedirle a este gélido mundo. Doroteo fue palabra trémula, verbo fluido de sapiencia, testigo
del último siglo fascinante y cruel que cerró el segundo
milenio; comprimido en su ser diminuto, guardando celosamente su inconmensurable palabra.
No lamentó la vida pues de
ella recibió el caudal inagotable
de sabiduría del que tanto bebió. En él no cupo aquello de que cuando el cabello emblanquece
el corazón ennegrece.
La grandeza le
asistió y la veneración y el respeto lo consagró como uno de los mejores hijos
de Petrer, del pueblo por el que tanto sufrió silenciosamente, calladamente,
tragándose sus lágrimas, llenando día a
día, cántaro a cántaro, su profundo pozo de sabiduría.Doroteo Román vivió en los oscuros parajes del olvido.
Estrella que, por voluntad propia, siempre ocultó su brillo.
A pesar de ello,
su nombre, su vida vocacional dedicada plenamente a la cultura de un modo
autodidacta, enriqueció el patrimonio cultural de este pueblo, donde, sus
mejores intelectuales persisten
apasionados en la lucha política, o escribiendo con temor incluso para ensalzar,
bajo seudónimos, casi olvidando la verdadera esencia de la cultura en su eterna
búsqueda de la verdad.
Doroteo Román fue el gran
desconocido en el ámbito juvenil de la vida cultural de este pueblo, sin duda,
todos somos proporcionalmente culpables
de ello. Un par de artículos sobre su persona es lo máximo que se escribió sobre él, y ello no nos exculpa.
El escritor siempre es
un ser comprometido y compromete a quien le quiso y creyó en él.En esta solemne hora, en que la
muerte le ha revelado el gran misterio, confortado por el
sentimiento de que todas sus dudas e
interrogantes habrán tenido su respuesta, humildemente, le pido perdón por todo lo que más pudimos
haber hecho por su obra
y no lo hicimos como la de tantos
otros hijos del pueblo como
su herencia cultural.
Descanse en paz.
Doroteo Román murió el jueves 6 de
Abril de 2006.
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