martes, 25 de agosto de 2020

Nombres propios de Petrer: DOROTEO ROMÁN:


NOMBRES  OLVIDADOS  DE HIJOS  DEL PUEBLO DE  INMENSA  FORTUNA  CULTURAL.

F. Máñez Iniesta

Doroteo Román, hijo de este  pueblo , el hombre de la inmensa fortuna  cultural vivió sumergido en la terrible soledad que la vida depara cuando se  está cerca de un siglo de existencia. 

Fue uno de los  hombres  más afortunados y sabios que conocí. Casi al final de su vida todavía le conmovían las sacudidas atroces de este perro mundo, mientras que su espíritu se entusiasma ante  las grandes  manifestaciones del pensamiento humano.

 Su capital, su riqueza estribó en la inmensa cultural que poseía. Meditativo y elocuente, magistralmente elocuente, rezumó  sabiduría y humanidad.  La  desaparición de su hija  y posteriormente su mujer le dejó una mueca de dolor que lo hizo más etéreo, más frágil y sensible.

Su escaso cuerpo postergado ya casi no le aguantaba; tenerse de pie e intentar trémulamente caminar era sufrir un calvario, pero sentado en su sillón junto a la estufa que le  proporciona el calor necesario para que su sangre fluyese por su cerebro, y escucharle, era recibir uno de los grandes  placeres del espíritu humano.

Su biblioteca, es densa y profunda como fue su privilegia mente. En los libros y en su mirada serena, crítica, desarrolló un caudal de sabiduría que le propició  su inmensa fortuna cultural. 

Durante toda su vida  se dedicó al estudio del conocimiento humano de la filosofía de Bertrand  Russell, el filósofo  pacifista inglés que durante la primera guerra mundial incitó al mundo a la objeción de conciencia  siendo encarcelado por ello. Russell, fue sin duda el espejo donde su espíritu  se reflejó plenamente, junto a Ortega y Machado y otros que estudió plenamente. 

Lástima que no se hayan  publicado nunca sus conferencias y otros textos que esporádicamente muy pocos han  leído, o escuchado sus lecciones esporádicas  pronunciadas en el Instituto Azorín, invitado por el profesor Salvador Pavía.

Quienes le  conocimos, jamás olvidaremos su importante  muestra cultural. Su espíritu dolorido permaneció siempre  erguido e inhiesto, sustentado por su riqueza espiritual, pues jamás se doblegó ante el imponente Becerro de Oro que tanto domina la sociedad. 

Su olvido nos hizo cómplices de la insensibilidad que afecta  al mundo.  Nuestros sabios, se lo merecieron todo y apenas  recibieron  un poco del calor  humano. Sus nombres solamente figuran en los listados de personajes del mundo de la cultura. 

Mas ellos no nunca dijeron  nada,  sabían mejor que nadie de  injusticias, de soledades, del olvido de la vejez.  El olvido es también fue la pesada losa de la tumba para  quienes todavía permanecían vivos y solamente necesitaban recibir un poco de calor; aunque quizá sea demasiado pedirle  a este gélido mundo.  Doroteo fue  palabra trémula, verbo fluido de sapiencia, testigo del último siglo   fascinante y cruel que cerró el segundo milenio; comprimido en su ser diminuto, guardando celosamente  su inconmensurable palabra.  

No lamentó la vida pues de  ella recibió el caudal inagotable de sabiduría del que tanto bebió. En él no cupo  aquello de que cuando el cabello emblanquece el corazón ennegrece.

 La  grandeza le asistió y la veneración y el respeto lo consagró como uno de los mejores hijos de Petrer, del pueblo por el que tanto sufrió silenciosamente, calladamente, tragándose sus lágrimas,  llenando día a día, cántaro a cántaro, su profundo pozo de sabiduría.Doroteo Román  vivió en los oscuros parajes del olvido. Estrella que, por voluntad propia, siempre ocultó su brillo. 

A pesar de ello, su nombre, su vida vocacional dedicada plenamente a la cultura de un modo autodidacta, enriqueció el patrimonio cultural de este pueblo, donde, sus mejores intelectuales  persisten apasionados en la lucha política, o escribiendo con temor incluso para ensalzar, bajo seudónimos, casi olvidando la verdadera esencia de la cultura en su eterna búsqueda de la verdad.

Doroteo Román fue el gran desconocido en el ámbito juvenil de la vida cultural de este pueblo, sin duda, todos somos proporcionalmente  culpables de ello. Un par de artículos sobre su persona es lo máximo que se  escribió sobre él,  y ello no nos exculpa. 

El escritor siempre es un ser comprometido y compromete a quien le quiso y creyó en él.En esta solemne hora, en que la muerte le ha  revelado  el gran misterio, confortado por el sentimiento de que todas sus dudas e  interrogantes habrán tenido su respuesta, humildemente,  le pido perdón por todo lo que  más pudimos  haber hecho  por  su  obra y no lo hicimos como  la de  tantos  otros hijos del  pueblo como su  herencia  cultural. 

Descanse en paz.

Doroteo Román murió el jueves 6 de Abril  de 2006.

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