Ernestina Guillén Poveda: «El problema son los egoístas que piensan que no pueden contagiar»
La doctora Ernestina Guillén Poveda trabaja desde hace casi 20 años en Alemania. Actualmente es reumatóloga en un centro de Múnich y señala que en el país germano también falta personal sanitario y que los rastreos tampoco están funcionando a la perfección
Formada en Medicina a medio camino entre la Universidad Miguel Hernández y Alemania, esta facultativa tiene claro que los alemanes invierten más en Sanidad que España -por ejemplo, en Navidad repartieron gratuitamente a los grupos más vulnerables mascarillas FFP2- y que, en cualquier caso, Europa debería aprender más de los asiáticos en cuanto al respeto y preocupación por sus mayores en esta situación actual de pandemia.
¿Qué ambiente hay en el centro médico donde usted trabaja? ¿Hay miedo entre el personal sanitario a los contagios?
Trabajo en un centro especializado de reúma y como los pacientes tienen terapias inmunosupresoras, empezamos muy pronto con las medidas de protección. Los posibles covid no entran en la consulta por respeto al resto, llaman por teléfono y hacen el test en los centros que ofrece cada comunidad. El equipo de mi centro se hace un test por semana. Así evitamos el posible contagio… o lo intentamos.
¿Hasta qué punto está mal la situación en Alemania, que ha prolongado hasta finales de enero las medidas restrictivas?
El confinamiento severo empezó el 16 de diciembre. En noviembre hubo un confinamiento «light» que, sinceramente, no sirvió para nada. Si desde un principio hubiesen impuesto el confinamiento severo, otro gallo cantaría. En la sociedad alemana hay mucho descontento al respecto. Casi tres cuartas partes de la población está de acuerdo con las medidas actuales adoptadas por el gobierno de Merkel. En noviembre cerraron restaurantes y hoteles y entonces empezaron, o mejor dicho, se acentuaron las manifestaciones de los que piensan que esto del coronavirus es una farsa.
En España los partidos políticos usan el covid para sacar rédito político, hay desunión y crispación, lo que no ayuda a afrontar esta crisis. ¿Pasa lo mismo en la política alemana?
En Alemania hay, por suerte o por desgracia, una «grosse Koalition» en el Gobierno. Los dos partidos más fuertes gobiernan desde hace años juntos. Por ello hay más consenso a la hora de tomar las medidas. Eso seguro ha sido una ventaja a la hora de tomar decisiones. El problema ha sido después en el Parlamento, cuando los otros partidos no han sido consultados antes de adoptar las medidas y entonces ha habido crispación.
Aquí cada comunidad autónoma se autogestiona, en teoría, las medidas a adoptar. ¿Pasa lo mismo en las distintas regiones de Alemania?
Cada comunidad es autónoma y tiene su plan de actuación. Creo que la buena gestión de la primera ola fue debido al brote de mediados de enero (de 2020) en Bavaria, en el pueblo, por cierto, de al lado de donde vivo. Allí empezó la pesadilla. Cuando salíamos a la calle esto parecía un pueblo fantasma. La gente se confinó más o menos y a partir de ahí empezaron a hacer compras gigantes. Recuerdo que no quedaba papel higiénico en los supermercados, ni arroz o pasta... una barbaridad. La cercanía del brote hizo a la gente ser prudente. El Gobierno empezó a comprar mascarillas, respiradores, etc. El primer confinamiento fue estricto, pero desde luego no como en España. Aquí se podía hacer deporte y salir a la calle en familia.
¿Qué ha pasado para que Merkel llore y diga que tantas muertes son inaceptables?
En Alemania hay aproximadamente una media 8,3 camas de hospital por cada mil habitantes. En España tres por cada mil habitantes. Problemas de material había al principio, las mascarillas estaban agotadas. Esto se solventó pronto. El problema es que luego el rastreo no estuvo funcionando como debiera y falta personal sanitario. ¡De qué sirven tantas camas y respiradores sin personal! Aquí no hay mucho personal en Cuidados Intensivos. Faltan tanto enfermeras como médicos. Una paciente mía trabaja como enfermera en una UCI y me cuenta las diferencias de la primera y la segunda ola. En la primera se dispuso de mucho personal de otros servicios para ayudar. Los hospitales perdieron mucho dinero por bloquear camas y operaciones. Ahora no se ha hecho esto y los profesionales están desbordados. Pero esto los políticos aquí tampoco lo tienen en cuenta.
Aquí algunos políticos se ponen vacunas a pesar de que no les toca aún...
Aquí en Alemania no he escuchado, no conozco ningún caso similar. Se lleva bastante estricto lo de los grupos de preferencia.
¿Qué tal marcha la vacunación?
Estoy insatisfecha porque creo que Europa debía haber pedido más vacunas e incluso arriesgándose con alguna que todavía en ese momento no estuviera dada de alta. Al principio, en Alemania estaba todo bastante organizado y se apuntó mucha gente para vacunar. Pero el problema estuvo en que no llegaban las vacunas. Ahora están vacunando cada vez más y cada parte de Alemania lleva una velocidad diferente.
¿Ustedes están sufriendo mucha presión psicológica?
La presión es grande, en mi caso más por trabajar con personas de riesgo. Los pacientes reumatológicos tienen más riesgo de contagio por la enfermedad y por los tratamientos inmunosupresores. En mi vida he hablado tanto por teléfono con mis pacientes como ahora.
¿Qué le llega de España, cree que estamos gestionando bien la crisis sanitaria aquí?
Me llega la presión que sienten mis compañeros por la escasez de personal. Ellos han vivido allí más pronto lo que está pasando aquí ahora. El sistema sanitario español es muy bueno y los profesionales también. El problema es que no están bien remunerados y falta personal. La política de recortes con la sanidad fue un fallo. Los aplausos están muy bien, pero cuando uno día a día trabaja al límite, no estaría mal un incentivo. Y, sobre todo, más personal y más inversión en sanidad de cara a las posibles futuras pandemias.
¿Cree que en España nos falta más concienciación y responsabilidad en comparación con los alemanes frente a la pandemia del coronavirus?
En España la gente está concienciada. El problema son los egoístas que no piensan que de forma asintomática pueden contagiar a mucha gente. Esto es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. En este aspecto, España, Alemania y los demás países europeos deberían aprender un poco de los países asiáticos: ellos tienen más respeto por sus mayores.
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