El
estudio del paraje de Noguera y del asiento del título de marqués
del mismo nombre nos ha revelado datos de gran interés; tanto para
esclarecer el origen de ese privilegio nobiliario, como para desligar
su concesión del intento de los condes de Elda de controlar los
manantiales de agua
buena de los que se abastecía la villa de Elda.
El
prestigio social que suponía la posesión de un título nobiliario y
la facilidad con que éstos se concedieron a finales del siglo XVII
son la clave para entender cómo un territorio de tan reducido tamaño
dio origen, en 1670, al título de marqués de Noguera. Su historia
va unida a la de los condes de Elda y sus descendientes: los
Puñonrostro, los Centurión, los Cervelló, los duques de
Fernán-Núñez y, finalmente, a la duquesa del Arco y su hijo, el
actual marqués de Noguera. Pero también a la de los labradores y
ermitaños que la trabajaron, así como a la de los sucesivos
propietarios que la adquirieron desde finales del siglo XIX.
Finalmente,
este estudio reactualiza el conocimiento sobre los manantiales que,
al menos durante quinientos años, abastecieron de agua potable a los
vecinos de Elda.
Indudable
es, pues, el valor social, económico y patrimonial del paraje de
Noguera, tanto por sus manantiales como por su casa, ermita y
tierras, pero sobre todo por su vinculación histórica a los
titulares del condado y a los habitantes de Elda y Petrer.
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