El atentado de ayer mañana en París debería llevarnos a
reflexionar sobre muchas cosas: a mí particularmente me dejó completamente
impactado por el aparente absurdo del tema, por la brutal desproporción que
supone se analice como se analice, se mire por donde se mire. Por el drama que
supone tener que enfrentarse a quienes no tienen siquiera la racionalidad
suficiente como para que se pueda luchar contra ellos.
Pero por encima de todo, lo que de verdad me sugiere es que la única manera
de luchar contra algo así es demostrar por encima de todo que esas acciones no
sirven para nada. O peor, que sirven incluso para empeorar la situación: si
intentan intimidarte para evitar la publicación de algo, demuestra que sus
acciones tienen como consecuencia inmediata una difusión mucho mayor de aquello
cuya publicación querían evitar.
Desde el punto de vista de la circulación de información, que la amenaza de
censura a un medio llegue a un extremo tan brutal como para que algunos paguen
con su vida por haber publicado “algo que ofendió a alguien” es algo que merece
una respuesta inmediata.
Una respuesta que bajo ningún concepto debe pasar por el pixelado, por la
ocultación o por transigir con la censura: volver a publicar aquello cuya
publicación se pretendía desalentar mediante la acción criminal.
La red tiene estas cosas: ante la censura, responde interpretándola como un
error, como algo que es preciso aislar para evitar que siga dañando el sistema.
Hoy han muerto doce personas, entre dibujantes, periodistas, policías y otros
que simplemente tuvieron la desgracia de estar allí. Pero ni pueden matar a todo
aquel que publique eso que tanto les ofende, ni valdría la pena vivir si por ese
miedo dejásemos de hacerlo. No es una cuestión de humor, ni de religión, ni de
respeto: es algo mucho más importante.
Aquí, mi modesta aportación. E.Dans
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