Recordar es dar vida
JESÚS ÁNGEL RODRIGUEZ
MARTIN
CREPÚSCULO DE
OTOÑO
Francisco Máñez
Iniesta
Como decía
Goethe, “el sentimiento lo es todo" por eso antes de que a los hombres les
unieran las palabras y los pensamientos; les unían los sonidos, les
unieron los colores, los olores… en
definitiva sus emociones como todo en el
hombre nació de la evolución del cerebro. Los hombres articulaban sonidos y
éstos acabaron creando la palabra, el verbo… ¿Cuál de todos los sentidos sería
el dominante...? ¡Sería el lenguaje! tal
vez, pero como dijo Sarduy: el lenguaje
es puro artificio, y el hombre, que está
bañado por el lenguaje es un ser puramente arbitrario, destinado a la
simulación. ¿Quién sabe? Si a pesar de ello, la palabra fue determinante en
la evolución humana, el sonido, la música acabó alcanzando las mayores cotas de
comunicación en el cosmos de los sentimientos, los sonidos constituían el
tejido del alma, razón de ser de la vida, del calor de lo humano que emanó del
espíritu del hombre, evito su autodestrucción ante un cúmulo de atrocidades que
observamos en la Historia, al entrelazar
la música que emanaba de la vida con los primeros sentimientos de los seres
humanos. De todo ello, ¿quién sabe? Quizá tú, por tu intensa vida
dedicada a la música, puedas responder a todo ello.
Amigo Jesús,
no sé por qué me ha salido este preámbulo sobre los sonidos, quizá haya sido porque mi intención era descifrar mis sentimientos
respecto al cuarto movimiento de la 5º Sinfonía de Mahler, subtitulado me he alejado del Mundo. No sé si todavía te acordarás, pues hace
ya bastante tiempo, cuando empecé a
juguetear con el ordenador e Internet, a través de un correo electrónico, te pedí que me sugirieras
composiciones musicales que habían calado en tú alma a través de tu vida
profesional. Cuando recibí la relación de títulos y autores me puse a temblar
cuando leí la referencia a la 5ª
Sinfonía de Malher y su relación con la
película de Visconti Muerte en Venecia.
Creo recordar que en mi respuesta te aseguré que cuando me encontrara en
condiciones sensitivas, te escribiría lo que para mí significó esta música
desde el momento, hace ya muchos años en que la escuché por primera vez,
precisamente a través del espléndido film de Luchino Visconti.
Después, en
casa, en la más completa soledad, escuche la sinfonía completa Fue un momento impactante que consiguió
nublar mis ojosconmovido por la
sensibilidad del solemne adagio, sin llegar a comprender aquella belleza que me envolvía y que,
inconscientemente comparaba con los maravillosos y suaves ocasos del otoño,
llegué a pensar que el triste adagio nos anunciaba
lo efímero de la grandeza de la vida.
Jesús, a
veces pienso que esta sublime
música ha viajado por el fondo del espíritu de cada ser, y se llega
a percibir cuando el hombre se encuentra
con su naturaleza, cuando difícilmente se reconoce y se sufre como humano y
también por lo humano. La fuerza de la belleza que emana de los sonidos de las
notas de ese gran misterio que percibió
y que llegó a componer Gustav Mahler fue el nexo entre el gran misterio de lo divino y lo humano. Creo que él fue el instrumento por el
cual nos la belleza llegó al mundo
al descubrirla en un rincón de su alma,
o en la de alguno de nosotros que conoció en su tiempo, siendo el lazo de
comunicación entre todas las sensibilidades cuando contemplan la belleza y el
dolor de este mundo finito, a los que como Mahler, “sin ser creyente, estaba abierto permanentemente al misterio”.(A.
Amorós) Semejante sensación experimenté
después de escuchar por enésima vez los
tiempos del Dies Irae y Lacrimosa del
Réquiem de Mozart, composición que en mi opinión también raya la divinidad,
donde también es manifiesto el sentimiento de dolor ante la tragedia de la
vida, de lo finito, ambos en contraposición con Buchner, “el absoluto creyente, el
absolutamente serio ¡feliz él!” (A. Amorós) impregnando su colosal espíritu
con acordes sonoros pletóricos, donde brillan las doradas notas musicales de
los metales y la fortísima percusión erizando
la sensibilidad gozosa y posesiva de lo absoluto, en concomitancia con
los acordes más exaltados de R. Wagner, genial y contradictorio compositor que
fundió en su alma un altar donde se exacerba al unísono la
adoración de la vida con su opera
Tannhauser y el esplendor del horror en
el galope de la muerte de Las Valquirias.
Si amo apasionadamente la música, es en Malher, que bebe constantemente
de la canción popular, donde fundamentalmente más se identifica la sensibilidad
de los espíritus diáfanos con su alegría y deseos de vivir,
también de angustia por el dolor ajeno del que siente su punzada, además de su
humor trágico que ya es nuestro; también
siento cómo me conmueve Mozart, sobre todo en el Réquiem que valoro como la
gran obra que estremece a la humanidad,
llena de misticismo y dulce lirismo. Momento supremo escuchar la última canción de las lágrimas
que se asoman ante la puesta radiante del último sol, compendio del dolor de
este atormentado mundo que no logra desprenderse de las cadenas que lo atan a tragedia
de la vida, ¿Ves como no puedo separar la belleza del dolor…? Gozar de
la belleza es tan sagrado que
percibir que algún ser humano no la
perciba, es sentir el dolor sordo de la infelicidad y ello me exaspera pues la
obra de la evolución es puro gozo para toda la raza humana capaz de bucear en los frondosos parajes de sus almas.
Amigo Jesús, quizá te esté dibujando un
carácter excesivamente dramático, y en verdad
no es así, pues también me
exaltan las polonesas, especialmente la Gran Polonesa de Beethoven, o de Chopin
me embelesa el Claro de Luna de Debussy y me entusiasma el romanticismo de
Tchaikovski, Rachmaninov y Brahms entre tantos y tantos maravillosos músicos de este incompresible
mundo, que sobre todo porque aman la vida y se identifican con los
pensamientos metafísicos más profundos
que nos ayudan a reconocer aleatoriamente nuestras aflicciones y regocijos.
Sabes que te aprecio y te admiro por ser como
eres y por poseer el don de la música, quizá uno de los mayores tesoros que el
ser humano es capaz de sentir y desarrollar como lo haces tú ante el piano.
¿Ves, Jesús…? Música, filosofía… cada esencia forma parte de los eslabones de
esa cadena, pues son el resultado de la
otra esencia de este mundo que tanto nos
desconcierta. A veces me pregunto: ¿Se podrían catalogar a los grandes artistas
de las distintas artes como dioses infelices
(¡!) a pesar de que brotó de ellos tanta belleza y sentimiento? Se nos
enseñó aquello de que la energía nunca muere, y llegamos a ver a nuestros muertos en forma flor, de noche, día, viento, tierra, flor, árbol,
nube, montaña lluvia, rayo, trueno,
paloma…vida….y ¿qué es todo sino la tragedia de la vida pasada por el tamiz de la belleza, del arte y
la sobretodo de la música?. Pero en definitiva ¿qué es todo este cúmulo de
belleza sino vapor, humo, ensueño, algo que quizá ya no existe en el tiempo,
como las marcas de muchas estrellas que ya no existen y vemos brillar en
el firmamento? ¿Dónde reside la música, en nosotros o en el firmamento?
¿Será efímera la música como el hombre o quizá encontremos la esperanza de que
todo ello pueda escapar al raciocinio
de nuestra mente y el Universo se
convierta en el Edén de paz, de la eternidad? ¿Es
el arte quien atrapa a la humanidad y la hace soñar en el orden de la justicia de la paz… en la
espiritualidad… o quizá es el vehículo
que lleva la llama de la belleza, alma del mundo para alcanzar de verdad… el
sueño del Himno a la Alegría… en el caben todos los hombres para volver a ser
hermanos como concibieron Schiller y
Beethoven?
Como puedes ver, amigo Jesús Ángel
cuanto te expongo supone un pesado bagaje para este pobre loco que aspira a que
las utopías se convirtieran en realidad y los sueños en
poemas gloriosos portadores de la llama sublime de los sentimientos de
hermandad universales. ¿Locura o subversión…? No sé, quizá tú puedas tener la respuesta a
la que aspiro conocer por tu íntimo contacto con el maravilloso mundo de la
música…
Recibe mi afectuosa admiración. Tu amigo
Paco Máñez.24-6-09
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