Francisco Máñez Iniesta
Cuando el mundo solemnemente va penetrando en el umbral mágico del tercer milenio, cuando este siglo que estrepitosamente concluye nos depara las mayores cuotas de parabienes y desastres, paradójicamente, el corazón de nuestro pueblo ha permanecido inalterable, rebosante de nobles sentimientos por su fiesta de Moros y Cristianos.
Mil años llevan celebrándose las prodigiosas funciones teatrales de moros y cristianos. Allá en lo más profundo de la Edad Media ,en el mítico Al-Ándalus, tropas cristianas dan forma teatral a la lucha que enfrenta a las dos grandes religiones, aunque soterradamente se ocultasen otros intereses ajenos a la prevalencia de una u otra religión como la historia acabó demostrando.
Aquellas primeras funciones teatrales de las tropas cristianas que se celebraban en los campamentos militares, gracias a que la soldadesca las implantó en cada pueblo, llegaron al corazón de las gentes sencillas de los pueblos, las que, finalmente, acabaron haciéndose cargo de su organización y proclamarlas fiestas locales.
Las gentes del pueblo, ajenas a intereses partidistas, pronto comprendieron que el argumento de aquellas luchas, verdaderamente eran entre hermanos de diferente cultura, y, milagrosamente, sin tocar nada del argumento ancestral, se pasó de la hostilidad visible entre el bando moro y el cristiano, al abrazo trémulo y conmovedor entre ambos. Sí, entre ambos hermanos. Se rescató al hermano vencido.
Ahora se acaban casi mil años de esporádicas funciones, de teatro en la calle, de sueños felices, de culturas encontradas, de fiesta de Moros y Cristianos, manifestaciones de sentimientos hermosos que conllevan a la convivencia que propician la paz entre las gentes del pueblo. Porque esta fiesta nuestra, la «festa de Sant Bonifacio» se ha convertido, afortunadamente, en canto constante de amor a esta tierra, a su historia y sus gentes, la cual, si no se vive con toda su intensidad, difícilmente se llegará a comprender del todo, y se comprenderá que todo el conjunto se ceñirá en la figuras del pueblo que nació de la cultura musulmana y al cabo de los siglos de dominio cristiano también se impregnó de su cultura de la cual se sigue nutriendo desde la expulsión de los moriscos que no quisieron tomar la religión cristiana como propia.
Esta es, en síntesis, la historia que nos va a preceder, que va a iniciar inexorablemente su andadura en el próximo milenio; más hermana, más llena de los mejores sentimientos que el ser humano, capaz de sentir y comunicar. Con el fin de este milenio se desmitifican los héroes eternos y atroces de antaño, las fantásticas gestas inventadas de buenos y malos, y sobre todo, la supremacía equívoca de una cultura sobre otra.
Pensábamos que era necesario dejar constancia de este tiempo de historia y sentimientos que ya se acaba; pensamos, porque es necesario para guiarnos en el milenio que va a comenzar, que conociéndonos mejor, porque así, mejor sabremos caminar por las sendas insospechadas que nos aguardan en el inmediato futuro e incierto del tercer milenio.
Por todo ello, a través de esta revista, continuaremos indagando en la historia que nos ha precedido, y sobre todo, primordialmente, en los corazones de los hombres y mujeres que nos han dado lo mejor de sí. Nuestro agradecimiento y admiración a todos ellos que abren nuevas páginas de historias y sentimientos de los entrañables de Moros y Cristianos de Petrer, que son más que una fiesta coexistida en un mundo Feliz....
Gracias todas por seguirnos en esta humilde ventana del Vinalopó,
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