miércoles, 11 de mayo de 2022

Tiempos festeros peligrosos

 

Vox populi


Encarecer la fiesta  es  traicionarla

 

“La fiesta   traicionada “


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El mejor  monumento festero sería la unión de un moro y un  cristiano y en medio  el santo  Bonifacio.


La verdadera fiesta  está  en  la  unidad de los bandos.  Jamás en su  enfrentamiento nos  sobran las  embajadas por  falsas. 


Competir  en sus  atuendos es el acto más anti festero, y mucho más  dañino  la exaltación de sus  trajes.


Ello provoca que la fiesta no cumple su histórico  reglamento inspirado en brindar la posibilidad  a que todos los  festeros  puedan cuando les toque  realizar  la   capitanía de su  comparsa.


Desde  el 28  de junio de 1614, nació el  principio  la  fiesta formada por dos comparsas, una de moros  y cristianos y así  duró  siglos atrás de generación  tras  generación hasta  nuestros días siendo el conjunto de la comparsa la que llamaba al nuevo festero como un miembro más integrado en la  unidad general de toda la  comparsa.


Esta  política que ayudaba a la economía   fue asequible  al pueblo agricultor, pues  cuanto  menor cuota  de gastos en la comparsa mejor y así ha podido durar su realización durante   siglos  por la condición agrícola  del pueblo.


Ahora mayormente  la entrada en la  comparsa  es entrar a través de una  filá   cuyo gasto es superior para  el festero, que prohíbe a las clases menos  pudientes  entrar en la  fiesta  de  su  pueblo, preocupación  importante que desde  siglos  los  dirigentes velaban para que la  fiesta fuese  para  todos los  hijos del   pueblo , según la sabia  decisión de su  reglamento  que  quedó aprobado para su  cumplimiento, aquí en el Petrer desde  el  año 1825.


La  no  observancia de  este acuerdo , nos  conduce a que cada año se intente sorprender con nuevas vestiduras y diferentes formas para llamar la atención y satisfacción de la filá  en una  amalgama  de atavíos  que  rompe la   unidad de la  comparsa, como se  observa  en  otros  pueblos  donde el  traje  es  el  que  es , en cada  comparsa ,  como  lo  es en  los ejércitos militares. Habiéndose  demostrada que en  ese momento  se  pierde  la  identidad de la  comparsa centenaria.


En definitiva la formación festera en su  esquema de filas perdió la personalidad primitiva heredada de la hermandad religiosa,  observando el inicio  del encarecimiento y  el aislamiento del festero y por  falta de calor  en su compensación anímica como resultado de su  ya  falta  de  unidad. Porque la fiesta en sí misma, con todo su componente cultural y espiritual  anímico  que comporta, es insuficiente para que todos sin excepción se sientan bien en ella al formar parte del espíritu  que sustenta la unidad con el pueblo.


Todo  ello conlleva a perder su razón de ser y   sentir, al invertir los conceptos, y desplazar su componente fundamental a segundo plano, resaltando al festero como protagonista  eventual en contra  del conjunto de su  comparsa.


La crisis de identidad está provocando  una grave disfunción entre el festero y la tradición. Este es el problema cuando  no se  utilizar la fiesta como unidad de  un  pueblo  unido junto  al clamor histórico y religioso de nuestra historia medieval.  

Toda esta  proclama fue la historia,  que sostuvo que todas las clases pudientes  y no tanto  obedecieron   el acuerdo del gasto económico  de las capitanías.


Este año, y cada vez más las abanderadas volvió a ser tribuna  de un gran lujo, que arroparon a buena parte de los pueblos de la comarca. Hubo un dicho  que  sonaba en las calles por donde pasaba el cortejo  de trajes  al estilo cinematográfico. 


Queridas  paisanas  sin tantos recursos  económicos. 

Sabed que el reglamento de la fiesta ya previo que si el gasto de la fiesta  se pasaba, esta dejaba de ser la fiesta  de todo  pueblo. Solo sería apta para los pudientes. 

Las  familias  sencillas como lo  fue  Ramona García con un traje  alquilado se convirtieron en  la primera mujer festera. 


Hoy prima el gran diseño espectacular no apto para todos los bolsillos. Los aplausos se convierten en barreras para la gran mayoría  de las festeras.

Y eso no va el espíritu sagrado festero.

FRANCISCO MAÑEZ INIESTA


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