Vox populi
Encarecer la fiesta es traicionarla
“La fiesta traicionada “
El mejor monumento festero sería la unión de un moro y un cristiano y en medio el santo Bonifacio.
La verdadera fiesta está en la unidad de los bandos. Jamás en su enfrentamiento nos sobran las embajadas por falsas.
Competir en sus atuendos es el acto más anti festero, y mucho más dañino la exaltación de sus trajes.
Ello provoca que la fiesta no cumple su histórico reglamento inspirado en brindar la posibilidad a que todos los festeros puedan cuando les toque realizar la capitanía de su comparsa.
Desde el 28 de junio de 1614, nació el principio la fiesta formada por dos comparsas, una de moros y cristianos y así duró siglos atrás de generación tras generación hasta nuestros días siendo el conjunto de la comparsa la que llamaba al nuevo festero como un miembro más integrado en la unidad general de toda la comparsa.
Esta política que ayudaba a la economía fue asequible al pueblo agricultor, pues cuanto menor cuota de gastos en la comparsa mejor y así ha podido durar su realización durante siglos por la condición agrícola del pueblo.
Ahora mayormente la entrada en la comparsa es entrar a través de una filá cuyo gasto es superior para el festero, que prohíbe a las clases menos pudientes entrar en la fiesta de su pueblo, preocupación importante que desde siglos los dirigentes velaban para que la fiesta fuese para todos los hijos del pueblo , según la sabia decisión de su reglamento que quedó aprobado para su cumplimiento, aquí en el Petrer desde el año 1825.
La no observancia de este acuerdo , nos conduce a que cada año se intente sorprender con nuevas vestiduras y diferentes formas para llamar la atención y satisfacción de la filá en una amalgama de atavíos que rompe la unidad de la comparsa, como se observa en otros pueblos donde el traje es el que es , en cada comparsa , como lo es en los ejércitos militares. Habiéndose demostrada que en ese momento se pierde la identidad de la comparsa centenaria.
En definitiva la formación festera en su esquema de filas perdió la personalidad primitiva heredada de la hermandad religiosa, observando el inicio del encarecimiento y el aislamiento del festero y por falta de calor en su compensación anímica como resultado de su ya falta de unidad. Porque la fiesta en sí misma, con todo su componente cultural y espiritual anímico que comporta, es insuficiente para que todos sin excepción se sientan bien en ella al formar parte del espíritu que sustenta la unidad con el pueblo.
Todo ello conlleva a perder su razón de ser y sentir, al invertir los conceptos, y desplazar su componente fundamental a segundo plano, resaltando al festero como protagonista eventual en contra del conjunto de su comparsa.
La crisis de identidad está provocando una grave disfunción entre el festero y la tradición. Este es el problema cuando no se utilizar la fiesta como unidad de un pueblo unido junto al clamor histórico y religioso de nuestra historia medieval.
Toda esta proclama fue la historia, que sostuvo que todas las clases pudientes y no tanto obedecieron el acuerdo del gasto económico de las capitanías.
Este año, y cada vez más las abanderadas volvió a ser tribuna de un gran lujo, que arroparon a buena parte de los pueblos de la comarca. Hubo un dicho que sonaba en las calles por donde pasaba el cortejo de trajes al estilo cinematográfico.
Queridas paisanas sin tantos recursos económicos.
Sabed que el reglamento de la fiesta ya previo que si el gasto de la fiesta se pasaba, esta dejaba de ser la fiesta de todo pueblo. Solo sería apta para los pudientes.
Las familias sencillas como lo fue Ramona García con un traje alquilado se convirtieron en la primera mujer festera.
Hoy prima el gran diseño espectacular no apto para todos los bolsillos. Los aplausos se convierten en barreras para la gran mayoría de las festeras.
Y eso no va el espíritu sagrado festero.
FRANCISCO MAÑEZ INIESTA
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