RAFAEL ANTOLIN:
EN CUERPO Y ALMA
deseandole su recuperacion ante su actual enfermedad.
F. Máñez Iniesta
Festero ejemplar en su comparsa de estudiante y gran amante de la fiesta a ultranza. Amigo de sus amigos y gran poeta a ultranza. Cuando Rafael Antolín anda cerca, se le oye más que se le ve. Su amistad no tiene clases, la raza humana es su clase sin colores ni fronteras. Es el típico buenazo de derechas y puntilloso hombre del pueblo, y a su pueblo le dedica todas sus devociones y sus fuertes genios claman ante las injusticias que le rodean, las haga quien las haga, caiga quien caiga. Sus adversarios son los que no respetan las reglas del juego. Su sensibilidad, a veces le hace sentirse en un ser débil, y se refugia de la vorágine que nos rodea, en su mundo íntimo, mágico, pensando y escribiendo aquello que le gustaría proclamar a viva voz, la voz de su alma, que es sensitiva y llena de matices.
Por ello, porque teme ser fustigado, vapuleado, engañado por las falsas musas, sólo escribe cuando se siente herido, cuando ya no puede más. En ese instante aparecen sus sueños, confortándole, iluminando líneas y perfumes fascinantes que lo elevan a estrados donde no llegan los mefíticos aromas del albañal.
SU CORAZON
Entrevistar al festero Rafael Antolín es iniciar el largo camino de su vida, en cuya travesía, mi persona se va encontrar con él desde su inicio. Fue en el Circulo Juvenil Villa, allá por los años cincuenta, cuando, junto a otros jóvenes inquietos de inolvidable recuerdo, entre otras actividades culturales editábamos a multicopista, durante los fines de semana el periódico Villa.
Durante la semana trabajábamos juntos en la empresa LUVI, -verdadera Universidad del calzado que tantos buenos profesionales dio e impulsó el desarrollo de la industria del calzado a la que tanto le debe este pueblo zapatero -En LUVI, conocimos a José María Amat, que como presidente de la comparsa de Estudiantes nos animó a entrar en la comparsa.
Rafael ingresó en la comparsa de Estudiantes en el año 1956 y yo al año siguiente. Me cuenta Rafael que aparte de sus padres de los que guarda un entrañable reconocimiento, tuvo en su juventud la suerte de tener a tres personas que influyeron en lo poco o mucho que atesora en el presente; en lo profesional a Joaquín Santos “Currito” hombre de bien y excelente profesional; y en lo festero a José María Amat, del que tanto aprendió a amar y servir a su comparsa.
También habrá que incluir en su lista de próceres, al intelectual Enrique Amat que entonces trabajaba en la oficina de LUVI y contactó con la vena literaria de Rafael, pues Enrique Amat, en ese tiempo, a su vez, dirige indistintamente las revistas culturales de las fiestas de la Virgen y la Moros y Cristianos.
Rafael en su extenso relato de aquella época, constata, como luego veremos, la importante contribución de Enrique Amat en sus orientaciones literarias.
José María Amat, al que tanto le debe como festero: “quería dejarme un traje para que saliese en la comparsa en el año 1955, la cual celebraba las Bodas de Plata, le di las gracias, advirtiéndole que cuando llegara el momento saldría con mi traje. En 1957 salimos varios amigos, “Tono”, José Romero, Antonio Mira, Santiago Alcaraz aunque tengo que confesar que cuando tenía 12 años a punto estuve de hacerme Moro viejo, pues mis vecinos y amigos Manolo y Antonio Muñoz, sobrinos de Mariano Muñoz el “Pintoret”, siempre que nos veía, nos decía a los tres, que teníamos que ser Moros Viejos. Un día, su tío Mariano nos prometió que nos dejaría un traje. Llegado el momento, Manolo me dijo que ya tenía el traje que su tío le había prometido, y que estaba buscando otro para mí. En aquel momento le dije que no, que me había ”rajado”, y luego, cuando me encontré a Manolo vestido de moro, sentí envidia y me arrepentí, dándole la ”tabarra” para que me dejara, aunque fuese su chaleco”. Estaba escrito que Rafael sería un gran estudiante, gracias a la influencia de José María Amat.
El compañerismo laboral, es verdad que a veces produce grandes amigos. En este caso la proximidad de Rafael con José María Amat propició que a éste lo sintiese como padre festero, pues además de estar toda la jornada laboral trabajando juntos, ambos seguían ”velando” en la fábrica de Pedro Herrero, que a su vez era el secretario de la comparsa. Recuerda Rafael, que por años 1964-65. José María era el presidente y José Hernández el tesorero. Entre sus muchas funciones, José María se encargaba de traer la lotería de la comparsa, cuñarla y repartirla a los socios. Tarea que implicaba todos los meses en su reparto, tener que caminar mucho por el pueblo, pues entonces la comparsa no estaba organizada por filas como ahora.
“Sucedió en el los años 1964-65 que José María se puso enfermo de una rodilla y tiró mano de mi para realizar algunas tareas. Así estuve, sin tener ningún cargo en la comparsa desde 1965 a 1968. Aquel trabajo, además que me entretenía, me gustaba porque me daba la oportunidad de conocer y hablar con toda la comparsa. Aquel año de 1968 sucedió una anécdota y un compromiso que nunca olvidaré. La peña Fabiola, que lo eran todos los amigos de José María, salieron en la cabalgata en la noche de Reyes. Recuerdo que Pepe Hernández, José Amat “Buch” e Higinio el de la carnicería fueron los reyes. Aquella noche, después de la cabalgata, salí a dar una vuelta y entré en el “Bar de Panets”.
Allí me encontré a José María y “Buch”. Estaban los dos muy contentos, sobre todo “Buch” que además de haber sido Rey Mago, cumplía años. Me pidieron que les acompañase y fuimos a la casa del nuevo Rey. No puedo evitar de reírme cuando recuerdo a “Buch” llamando a Reme su mujer: “Reme, obri la porta que ya he naxcut.” Entramos y volvimos a celebrar, nuevamente, su cumpleaños. Después de pasar un rato nos despedimos.
De camino hacia la casa de José María, íbamos comentando aspectos de la comparsa. Me comentó los planes de futuro de su junta directiva, por el que pasaba presentar una candidatura de gente joven, pues la comparsa además de ir económicamente bien, era bastante numerosa, habiendo un importante componente de jóvenes. Estaba pensado que fuese presidente Antonio Mira, el secretario Hipólito Amat, y yo el tesorero. Compromiso que de antemano le acepté.
Añadiendo el nombre de Eusebio Rico como vicepresidente y los vocales, José Brotóns, Recaredo Montesinos, Pascual la Cueva, Miguel Sanchíz, Nicándro Corbí y Gabriel García. Llegado el momento, tras la renuncia a la presidencia de la comparsa de José María Amat, se presentaron dos candidaturas, la de José Mª Ybernón y Antonio Mira que fue la que obtuvo más votos. El deseo de José María Amat se cumplió y empezó una nueva fase que impulsaríamos los jóvenes de la comparsa.
Posteriormente seguí con el mismo cargo con José Brotóns, sucesor de Mira en la presidencia. A éste, le siguió Pedro Herrero, el cual también me invitó a seguir con su equipo. Invitación que decliné.
Rafael estuvo implicado en la dirección de la comparsa en dos juntas directivas, además del período inicial que ayudó a José María Amat. Fueron muchos años de trabajo incesante. Se disgustaba mucho con su padre cuando le llamaba la atención, por la cantidad de tiempo que dedicaba a la comparsa, le decía que había mucha gente para hacer lo que él hacía. La verdad es que Rafael, en su actividad siempre daba un paso más por la comparsa. “En mi cargo de tesorero, recibía todos los meses por correo la lotería de Valencia, alarmado por el costo de los envíos de Navidad y el Niño, decidí ir personalmente a por los décimos.
Cada envío ocasionaba unos gastos de 5000 Pts. En el primer viaje pude comprobar que si la ida y vuelta me costaba 700 Pts. además de un bocadillo y una cerveza, la comparsa podría ahorrar 4000 Pts. en cada envío. Y así lo hice durante los años que fui tesorero.
También tuve algún disgusto que otro. Recuerdo que un año anuncié una subida de 300 Pts. en la cuota y un fiestero me dijo que aquello era una barbaridad. Le respondí que para su cuartelillo o filá no se tenía en cuenta si la subida eran 2000 o 3000 Pts. mientras que para la comparsa 300 Pts. era un escándalo. Me respondió, que eso a mí no me importaba. Aunque fue aprobada la propuesta, me dolió mucho, y me acordé de los consejos de mi padre.
Recuerdo que un año que se celebró el baile de la Miss en la ciudad deportiva, siendo presidente José Brotóns el baile terminó a las 4 de la madrugada. Las instalaciones nos las prestó el Ayuntamiento con la condición de que al día siguiente, a la hora de abrir, tendrían que estar en estado de revista. Ante la falta de tiempo que teníamos resolvimos quedarnos toda la junta directiva con las respectivas mujeres, para limpiar todo el recinto. Terminamos las 8 de la mañana, decidiendo volvernos a ver posteriormente, en un bar para comer todos juntos a cargo de la comparsa, en justa recompensa por el esfuerzo realizado. ¡Es justo, aclamaron todos! Sí, pero no. Les dije que la comparsa pagaría la comida de las mujeres y que cada uno de nosotros pagaríamos nuestra parte. Se enfadaron mucho, diciéndome de todo, pero así se hizo.”
Rafael en su gestión, como ya he repetido, siempre daba un paso más. Cuando algún año tocaba devolver el importe de las papeletas de la lotería, siempre había alguien que las perdía o no iba a cobrarlas. “Aquel dinero caía del cielo”, y decidió abrir una cuenta especial para gastos imprevistos, como ayudas a capitanías comprometidas y las invitaciones a toda la comparsa, después de algunas reuniones generales. “Aquel dinero remendaba algunos agujeros que de vez en cuando surgían”.
Otras veces por Navidad, cuando tenía que hacer la transferencia para la lotería de navidad, dado su alto importe, si la cuantía que necesitaba no era muy alta, la sacaba de su cartilla particular para cubrirla, más luego, la iba reponiendo a medida que de su venta recibía ingresos. Es cierto que ante situaciones como esta, siempre podía contar con el apoyo económico de José Hernández para salir adelante. La comparsa de Estudiantes, ha tenido y tendrá buenos tesoreros, en los que habrá que encuadrar a Rafael Antolín Díaz.
Dejemos al tesorero y recobremos al festero de a pié: Su amor a la comparsa le llevaba a realizar acciones por su cuenta, como la de organizar la salida de la comparsa entes de las entradas. Observador innato de cuanto sucedía a su alrededor, observó lo complicado que se hacía, a medida que la comparsa se hacía más grande, que bandas de músicas y festeros se colocases en su sitio, según el orden establecido para cada desfile.
Ante aquel caos que martirizaba a directivos los jefes de comparsa, un año, al terminar la Entrada Cristiana, después de percatarse donde estaba el fallo de organización en la salida, se fue a la fábrica donde trabajaba y se dispuso a confeccionar con cartones, carteles con los nombres de cada una filas de la comparsa. Cuando terminó se los llevó a su casa y continuó la fiesta. Al día siguiente, una hora antes del inicio de entrada, pacientemente fue colocando los carteles en la calle donde se formaba. El resultado fue extraordinario. A medida que iban llegando los festeros y las bandas de música se iban colocando junto al cartel que indicaba el nombre de su filá. El problema se había resuelto, pues en un santiamén la comparsa con sus bandas de música, estaba toda formada según el orden del desfile. Este invento también fue puesto en práctica por otras comparsas que tenían el mismo problema de organización. Como es normal, fue designado para hacer los carteles de las entradas cada año. “De aquel invento me siento muy satisfecho”. Matizó al concluir su relato.
Prosigue su exposición dándome a entender su preocupación ante la situación actual de la fiesta. Le preocupa que el festero no pueda salir si no tiene una filá. “Antes, cualquier festero podía salir a la entrada y situarse en cualquier filá incompleta que hubiese. También que no existan locales para festeros sin cuartelillo. Creo que hemos magnificado mucho la fiesta, y aunque nos encanta, se podría estructurar mejor. Hay días que terminas reventado,( lo dice uno que asiste a todos los actos ) y otros llenos de lagunas. Le preocupa que san Bonifacio entre tan tarde a la iglesia y que en las embajadas haya poco gente, ¡con lo emotivos que son estos actos!” Me dice también, que la cronología histórica no tiene coherencia con los hechos que conmemoramos, aunque cree tener la solución ideal, que es compartida con algunos festeros más.
A pesar de todo considera que debían de volver los foros porque hay muchas “teclas que tocar en la fiesta”, y se queja de que algunos pesos pesados en el campo de la literatura, no dejan espacio para que aficionados modestos como él, tengan su espacio en la revista festera. “Deberían de hacer un libro cada cinco años con trabajos históricos, y dejar espacio cada año para desarrollar aspectos puntuales y emotivos. Que escriban los jóvenes que asisten los Institutos y Universidades. No sé, pero algo habrá que hacer”.
Su perfil observador, le lleva a opinar respecto a aspectos que casi nadie se percata de ellos y sobre todo si son de carácter económico. Por ejemplo, destaca la gestión de la directiva de Antonio Mira en la compra del primer local situado en la calle Carreró de la Bassa y que sirve en la actualidad para acomodar a la banda de música oficial durante las fiestas. También del presidente Juan Carlos Navarro y su equipo, que “se la jugaron con el Campus, con una inversión de más de veinte millones de pesetas, siendo muy difícil de cuantificar su valor en la actualidad. Y eso es un logro importantísimo digno de reseñar”
Nunca ha escrito en el The Boñ. Aunque un año participó con otros dos estudiantes, confeccionando un mural de más de un metro de grande a modo de The Boñ gigante, que pasearon por el pueblo. Recuerda que una mañana de fiestas compraron varios periódicos y un par de cartulinas: “Pacientemente fuimos recortando titulares y fotografías de todos los periódicos. Íbamos mezclando textos y fotos, y con un rotulador, añadíamos frases para cambiar el sentido a la noticia, la cual intentábamos relacionarla con temas festeros locales. El resultado fue genial, jamás me he reído tanto componiendo noticias”.
También estuvo con el grupo de estudiantes que organizó el “Día del Turista” de tan grato recuerdo: “Pudimos ir a la cárcel, aunque es verdad que yo me hubiese escapado, pues en el momento de la realización me quedé dormido en mi casa y no asistí al espectáculo.
Aquel año 1974 tenía la capitanía la familia del “Tío Joaquín el de Ana”. Hablamos con ellos para pedirles unas cajas de vino y vasitos de plástico, pues les informamos que se iba a celebrar por primera vez en la fiesta el Día del Turista. Accedieron muy gustosamente. Luego hicimos lo mismo con el director de la banda de música los Claveles, pues también necesitábamos la música para aquella singular fiesta. Cuando ya teníamos el vino y el compromiso de la banda, hicimos un gran cartel que decía: PARE Y BEBA, PETREL INVITA.
El proyecto del día del turista consistía en irnos a la gasolinera del Guirney, junto a la carretera nacional, colocar el cartelito y a esperar que parasen los coches. Como te he dicho, me quedé dormido y no estuve allí, pero gracias a que avisaron a Fernando Villaplana para que fuese con su cámara de cine, pude enterarme de lo que allí ocurrió. Empieza la película con un plano general de la carrera al mismo tiempo que pasaban una pareja de motoristas de la policía de tráfico. ¡Menos mal porque si tardan media hora más tarde no hubiese habido el Día del Turista! Seguidamente, debajo de la placa metálica que ponía Petrel, estaba el nuestro de PARE Y BEBA, PETREL INVITA. En la siguiente secuencia varios estudiantes en medio de la carretera, a trabucazo limpio, parando y desviando el tráfico hacia la gasolinera, aspecto este que nadie había previsto cuando organizamos el acto, pero que dio un buen resultado, ya que ningún coche se negó a parar. En la secuencia final, aparecía en la gasolinera, la banda tocando sin parar, animando un baile muy concurrido y tal follón de coches, que empecé a temblar pensando en lo que hubiese podido ocurrir y hubiese vuelto a pasar la policía.
Mientras tanto, en casa de la abanderada empezaba la preocupación, a medida que iban llegando la comparsa para salir hacía el acto de la guerrilla y embajada, al mismo tiempo que llegaban las increíbles noticias de la gasolinera.
Aquella historia tuvo un final feliz, pues la gente se partía de risa, quedándonos el recuerdo de un tiempo de fiesta más localista que permitía que de vez en cuando se montara algún sarao como este.
La vida festera de mi amigo Rafael Antolín, después de transcurridos 50 años está llena de vivencia, siendo testigo de primera línea de los acontecimientos más importantes de la comparsa de estudiantes y de la fiesta que vivió. Su memoria es portentosa y fresca, pues recuerda los hechos con infinidad de matices. Por todo ello, la comisión del 75 Aniversario, contó con él para realizar varias tareas, entre ellas quizá la más importante fue escribir el texto para la misa de todos los difuntos festeros. En memoria de todos ellos escribió un hermoso relato lleno de matices personales y evocadores de las funciones de cada uno de los de más de los nombres que citó, siguiendo el hilo conductor que implica la organización de nuestra fiesta, en el cual todos ellos “allá donde se encuentren seguirán su andadura festera.” El locutor Pedro……. de Villena llenó de matices y colores sonoros cada párrafo del impactante texto de Antolín, produciendo un clamor entre todos los asistentes lleno de emoción y lágrimas difíciles de olvidar.
Pero si es interesante y jocoso su recuerdo, habrá que seguir buscando en su alma, la razón para ser tan dichoso con todo lo vivido. Tenía que haber en su espíritu una fuerte carga de sentimientos y deseos de amor hacía su pueblo, de belleza y de convivencia, para sentir, dar y compartir gran parte de su vida. Tal vez, quizá, sea uno de los últimos románticos. Prosigamos…
POR LAS SENDAS DE SU ALMA FESTERA
Si Rafael Antolín Díaz es un festero conocido en el ámbito de la fiesta por su dedicación a la comparsa de Estuantes, quizá no lo sea tanto por su afición a escribir, aunque es cierto que su apellido esté relacionado con la escritora Enriqueta Antolín, por tanto, digo yo que algo habrá en sus genes, como así mismo sucede con su segundo apellido Díaz, evocador del caballero don Rodrigo Díaz, que tanta guerra dio a moros y cristianos. Enamorado por la magia fiesta, en aquellos lejanos tiempos ya escribía así, en las revistas de fiestas en la década de los años 60, anhelando su feliz encuentro:
“Petrel en fiestas, se podría comparar con aquel caminante que, cruzando el desierto, no tiene en cuenta, por milagro de la ilusión, el beso implacable del sol que hace brotar, de su ya curtida piel, gruesas gotas de sudor que le bañan el rostro, ni tampoco el fuerte viento que vendrá al caer la noche, removiendo de forma violenta la arena que tiene ante sí y que en ocasiones llegará a cegarle, pues ilusionado, sólo piensa en la proximidad del oasis donde puede saciar su sed”…
Ante la llegada de la fiesta, su pensamiento se estremece y culmina sus ansias espirituales más puras, centrándolas en el simbolismo de las tres palmeras.- El castillo, el pueblo como oasis y san Bonifacio -“Se despoja entonces de su morral, se aligera la ropa, bebe y bebe hasta saciarse del agua que generosa, aguarda la llegada de cualquier sediento caminante, y luego, tras un suspiro que parece que le va a estallar el pecho, se sienta a la sombra que le brindan las tres palmeras que en derredor del oasis se encentran. Entonces, lejos de pensar en sí mismo, comienza a recrearse en los demás. Recuerda a los seres que, con algo de tristeza le despidieron y a los que con ilusión aguardan su llegada”.
Reconfortado por su paz interior de tanta paz y belleza, su clamor, envuelto en precisas metáforas nos llega de lo más profundo de su ser. Pero el tiempo de fiesta se acaba y hay que continuar el camino que la vida le ha deparado. Vuelve el tiempo gris, la lucha feroz por la supervivencia, la monotonía…“…Luego recostándose todavía un poco más, contempla el cielo. ¡Cuánta paz, Señor! Exclama. Así da gusto. ¿Por qué, Señor, no será siempre así? ¿Por qué no ha de haber siempre sinceridad en mi palabra y en mi pensamiento, como la hay ahora?
¿Por qué tengo que precisar de todo lo que me rodea en este momento para llegar a Ti? Y así, sumido en un mar de preguntas, se da cuenta que las palmeras casi no hacen sombra ya.
El sol se va ocultando y ya empieza a soplar un fuerte viento.
El caminante, cargando otra vez sobre sus hombros su morral, vuelve a reanudar su marcha y de cuando en cuando, volviendo la vista atrás, parece que le va diciendo al oasis que va dejando atrás: Adiós, oasis, que me has servido de mucho, Dios quiera que mi paso por el desierto encuentre otros, sino tan grandes como tu, sí que tuvieran la suficiente fuerza de elevarme hasta que mi alma pudiera tocar el cielo con los dedos. Y acomodándose la carga sobre sus espaldas, comienza a caminar… Así eres tú y tu fiesta, Petrel.”
Rafael, continúa escribiendo en las revistas de fiestas de Mayo y Octubre, pero sus mejores trabajos son dedicados a la fiesta de Moros y Cristianos que no cesa de evocar: ”Otro año han vuelto a sonar los arcabuces. Otra fiesta de san Bonifacio se aproxima. ¡Ilusión, ilusión, cuánto nos haces sufrir!... ¡Qué guapas estaban las Abanderadas!...
Claro que tú tendrás tu preferencia. Puede que sea la Abanderada de la comparsa que admiras o que sea de tu familia, o que, tal vez, sea amiga tuya. Pero en el fondo lo que a ti te gusta es la fiesta. Y en este puente tan magnifico que te has formado entre fecha y fecha. ¡Cuántas ilusiones, cuántas esperanzas! Parece que hasta el tiempo se ha puesto frente a nosotros, y no es así, somos nosotros los que nos queremos anticipar al tiempo… ¡Hay, ilusión! ¡Hay esperanza! ¿Quién no sueña el día de las Banderas?”
No es sólo un soñador romántico de la fiesta. Otras veces es el testigo, el observador de los momentos de mayor intimidad captados hace ya casi medio siglo.
“Ensimismado, llegué a casa de la Abanderada. Me fijé en su rostro. Estaba a su vez, triste y contenta. Contenta porque ya había realizado el sueño que todas las jóvenes anhelan: ser Abanderadas. Triste porque ya tocaba a fin su efímero reinado de tres días, al frente de la comparsa.
Ganado por el jolgorio que allí reinaba - festeros que entraban y salían, músicos que hacían sonar sus instrumentos, gritos por doquier, pastas caseras a montones y variedad de licores- me sentí de nuevo alegre, optimista, bullicioso…
Subí a la ermita de nuestro Patrón entre la espesa humareda que provocaban los arcabuces y asistí a la Misa de Gracia. Después a la plazoleta. ¡Ay amigos, allí si que había motivos para escribir todo un libro o para ser plasmados por un buen pintor! Las Abanderadas están rodeadas por sus directivos, comparsistas, admiradores, simpatizantes. Hay mozuelas que dudan que en bajarse la Bandera y jóvenes que pretenden ser capitanes el próximo año. Otros escuchan atentos, para ser los primeros en la noticia. ¡Oh, momento inolvidable. Cuanta fiesta encierras en esos instantes de renovación de banderas y capitanes! Yo quiero bajarme la bandera, pero… y mi padre? No, si no viene él a confirmarlo no me la bajo. Todo son órdenes, todos obedecen, se busca al padre, se convence a la madre, todo se ha arreglado…
Otras jóvenes volverán a soñar en el próximo año al frente de sus comparsas. Las que ya vieron su sueño realizado se sentirán llenas de agradables recuerdos.”
En el año 1962 Rafael escribe un artículo dedicado al soldado petrerí l titulado “Donde quiera que estés” En este trabajo precioso Rafael invita al soldado amigo a que: “Cierra los ojos, déjate llevar de la mano de la fantasía y verás cuan magnífico es todo. Mira como de entre la densa espesura surge como desdibujado y a lo lejos un monte, mole prepotente como dice la embajada. Sobre el, reclinado, un castillo de muros carcomidos por la mano implacable del tiempo, pero que conserva, a pesar de ello, rasgos de la majestad que siglos atrás tuviera…”
Y así, íntimamente, va transcurriendo su texto por todos los actos de la fiesta. Textos bellísimos, de hondo sentimiento por la patria chica, su historia y su fiesta, que pone de manifiesto todo el corpus humano de la grandeza de su corazón, quizá con la intención de recordarle al soldado festero íntimos sentimientos olvidados por la lejanía.
“A ti que eres el pregonero más eficaz con que cuentan nuestras fiestas. Pues me estoy imaginando como, con el programa entes manos, irás mostrándolo, entusiasmado, a tus compañeros de cuartel explicándoles, con todo detalle, los pormenores de la fiesta, de tu fiesta, y te sentirás profundamente satisfecho, cuando de éste y de aquél escuches las frases de admiración que exclamarán al comprender…”
Un soldado, también estudiante festero, desde Ceuta le escribe emocionado una carta dándole las gracias por la evocación de la fiesta que le hizo soñar en la soledad del cuartel, tan lejos de su pueblo. Juan Pellín, acaba su sentido relato afirmando:“¡ qué grande eres escribiendo, Rafael!”
También centra en sus trabajos el tema de las guerrillas, los cuartelillos, además de introducirse en el ámbito filosófico festero, analizando el complejo mundo de los sentimientos en su contumaz articulo “La razón de ser festero” publicado 1975. En su archivo guarda poemas de amor dedicados a la Abanderada donde nuevamente la juventud se rinde apasionadamente ante la belleza: “¿Quien es esa flor de mayo/ de belleza sin igual/ que pregona primavera/ por donde quiera que va/ con ese aire altanero/ de sublime majestad?
¿Será una princesa mora/ de los cuentos de Bagdad? ¿Tal vez sea esclava cristiana?/ yo no sé lo que será/ lo cierto es que mi alma con ella quiere volar…”
A Rafael le gusta enfrentarse directamente con sus sentimientos, dialogar con ellos, hacer preguntas y esperar que le lleguen de su más profundo ser las respuestas. A san Bonifacio le cuenta íntimamente sus cuitas de festero: “A tu ermita he subido, atribulado, / a contarte mis cuitas de festero, /pues estoy entre el quiero y el no quiero/ con la fiesta del presente y el pasado./
¿Será que soy festero trasnochado/ por creer que su sentido verdadero/ se ha marchado por otro derrotero/ y ya estoy de esta fiesta desahuciado?...
Le gusta subir al monte del Cid y desde allí, fundirse con sus pensamientos más puros, para reafirmarse: “… Solo. Así me encuentro rodeado de horizontes…Así yo siento/ que a la vida he de estarle agradecido. / si no soy más, será que no he sabido/ conjugar el ser y estar, aunque lo intento…”
En este esbozo literario, ilustrado con diversa pinceladas emanadas de su más puro espíritu romántico juvenil, Rafael se revela como un ser excepcional de elevada sensibilidad, con una manifiesta voluntad de servicio que nos explica su manera de ser y de pensar. En ambas cosas se complementa la fidelidad de su pensamiento con su acción en estos cincuenta años de vida espiritual y festera, que en su trayectoria final mereció la designación de Socio de Honor de la Comparsa de Estudiantes, justamente, cuando el corazón de la comparsa latía eufórico ante la conmemoración de su 75 Aniversario. “Me sentí muy feliz cuando recibí el título de Socio de Honor. La verdad es que me sentí muy reconocido, pues nunca pensé que mi paso por la fiesta tuviese tal reconocimiento.. También en este año de celebraciones he tenido la satisfacción de desfilar al ritmo del pasodoble que lleva mi nombre, compuesto por mi amigo Gabriel Sanchiz”
Estos son sus predios que siempre cultivó y puso al servició de los otros. Juntos entramos en la fiesta y juntos nos enriquecimos compartiendo el “agua milagrosa del mismo manantial”. Durante muchísimos años, desde aquellos tiempos de juventud, gracias a la ilusión por la fiesta, yo fui su sombra y él fue la mía, también sus alegrías y sus penas fueron mías. Sé, que ahora en su dorada jubilación, junto a Coral su mujer, y sus dos hijas Gloria y Beatriz, le espera un tiempo maravilloso para compartir felizmente con ellas, pues su caudal humano es muy denso y generoso y su sabiduría enriquecedora.
Fin
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