Francisco Máñez Iniesta
El ocio y su definición en la mayoría de las gentes del pueblo, forman un concepto poco usual en esta tierra premiada durante los años 60 del siglo pasado por la industria del calzado y el bolso. El desarrollismo iniciado en 1959, plasmado en la abundancia de trabajo, iba a permitir mitigar de las estrecheces económicas que se arrastraban desde el siglo XIX, alcanzando una transformación social que permitieron encontrarse con nuevos y horizontes como la transición, la entrada en la Unión Europa, y la alternancia en el poder. Horizontes que jamás fueron soñados allá por los años 1870, cuando se empiezan a montarse los primeros talleres que procurasen en su actividad industrial el sustento y su desarrollo humano.
Atrás quedaron las tareas manuales como elaborar cables para la Marina Española y una gran cantidad de objetos realizados con esparto para el proceso agrario: alpargatas, capazos, esteras. etc., que ocupará a un gran número de mujeres y niños. Se empieza también a utilizar otra fibra, el cáñamo, cultivado especialmente en la huerta del río Segura.
Estas actividades tan precarias necesitaban de muchas horas de trabajo para obtener un mínimo rendimiento de los manufacturados que elaboraban mujeres, ancianos y niños, afanándose para obtener la mejor producción en sus horas de descanso-ocio. En la mayoría de las casas se vive así, la penuria campea alumbrando sus miserias. Nadie tiene mentalidad de tiempo libre, el ocio no existe en las mentes de nuestros antepasados aunque se esté sin trabajo. Subsistir es el lema de la mayoría de las gentes del pueblo cuando el hambre campea por doquier.
Contando con estos antecedentes que provocaron toda clase de desastres, en la actualidad nuestra sociedad industrial, asombra la importancia del ocio en su utilización para generar iniciativas culturales y sociales que derivaran en mayores cualidades artísticas y culturales, además de poder realizar acciones sociales en beneficio de la comunidad. En el tiempo libre, después de la cesión del trabajo habitual, se toman tareas, regularmente por descanso de otras, donde la diversión u ocupación reposada, producen especialmente obras de ingenio y nuevas actividades que complementaran la vida monótona del trabajo habitual.
El término ocio no significa ni descanso ni pereza, aspectos que recogen esta terminología en los diccionarios, pero en la fiesta evoca la disponibilidad de poder disfrutar de un tiempo de ausencia de la ocupación habitual, en otras ocupaciones que complementen en diferentes actividades beneficiosas para la integración del ser humano en la sociedad.
También, como contrapartida, puede suceder todo lo contrario, por lo que, si en vez de producirse una mejor integración en las distintas alternativas sociales y culturales, si se opta por la pereza continuada provocará la desintegración social del individuo en un viaje hacia su ruina humana. En resumen, la sociología del ocio se ha convertido en la sociología del tiempo libre. G. Friedmann describía en 1949, que el ocio no es solamente tiempo, es la propia condición de un trabajo humano.
La tradicional fiesta de Moros y Cristianos sustenta en su corpus un legado cultural transmitido generacionalmente, cuyas tareas de celebración anual se cumplimentan por las personas que asumen como propio el legado cultural. Tareas que se realizan en el tiempo de ocio de las personas que integran la sociedad que sustenta la tradición, pues en su práctica se desarrollan elementos culturales y espirituales que marcan nuestra personalidad acumulados en la sociedad a través de generaciones; y como es sabido, que ninguna sociedad podría sobrevivir sin adaptar los objetos, las creencias o los modelos transmitidos por el pasado,
ya que el valor que se concede al pasado no implica que las prácticas transmitidas se mantengas inmutables.
La organización de la fiesta de Moros y Cristianos centralizada en la Unión de Festejos de San Bonifacio Mártir por su complejidad implica ingentes tareas anuales, formando un compendio de comisiones que enumeramos centrándonos en la actividad del año 2005 para el conocimiento del lector lego.
Cabe resaltar por su importancia conocer la cantidad de personas que utilizan su tiempo libre- ocio para conocer las magnitud de tareas que se realizan en ese tiempo. En la organización ordinaria de las diez comparsas se precisan 100 personas. La Junta Central Directiva la componen 14 personas. La revista literaria 8 personas. La Mayordomía de San Bonifacio 17 personas. La económica de la Unión de Festejos es seguida por 2 personas. En el Protocolo 2 personas deben estar pendientes de las irregularidades. La comisión de sillas 11 personas planifican la situación de tribunas y la colocación de sillas en las calles.
En este primer bloque se observa que las personas que lo componen tienen que enfrentarse a cometidos literarios y fotográficos para la realización de la revista de fiestas y otros conceptos basados en la promoción de la fiesta. La mayordomía de San Bonifacio cuidará de los ornamentos y mantenimiento de la ermita. El tema económico conlleva a desarrollar un programa económico donde se perfilen las distintas cuentas de todas comisiones comandadas por la Unión de Festejos.
En el Pregón de fiestas 16 personas actúan con el ponente y otros son contar intervienen en su montaje. En la comisión artística 10 personas realizan el seguimiento de los nuevos bocetos de trajes. En la Festa dels Capitans 23 personas piensan y realizan sus proyectos. En el Desfile Infantil 14 personas preparan la fiesta de los niños. En la realización de las Embajadas 6 personas organizaran los ensayos y buscaran temas musicales para dar solemnidad a los actos. Organizar las Guerrillas y prever la pólvora contará con 13 personas. En la Exposición Permanente de trajes festeros 20 personas diseñaran todo el espacio.
El resultado anual de todas estas gestiones se materializan en la puesta en escena de la ancestral fiesta de Moros y Cristianos en honor de San Bonifacio Mártir, en la que en el año 2005 desfilaron acompañados por sus respectivas bandas de música, 257 adultos y 44 niños en la comparsa de Tercios de Flandes, 456 adultos y 209 niños en la comparsa de Estudiantes, 254 adultos y 110 niños en la comparsa de Labradores, 220 adultos y 64 niños en la comparsa de Vizcaínos, 217 adultos y 100 niños de la comparsa de Marinos, 367 adultos y 173 niños en la comparsa de Moros Viejos, 323 adultos y 84 niños en la comparsa de Moros Nuevos, 204 adultos y 36 niños en la comparsa de Moros Beduinos, 206 adultos y 45 niños en la comparsa de Fronterizos y finalmente, 213 adultos y 78 niños en la comparsa de Berberiscos. En total fueron 943 niños y 2717 adultos Festeros.
En el Centenario de la Primera Abanderada realizado en este mismo año 78 personas se encargaran de realizar el montaje completo comprendiendo simposio sobre la abanderada, y el magno desfile de 425 abanderadas todas las edades, además del homenaje a todas ellas en el parque 9 de octubre.
La fiesta movió en el año 2005 a 334 personas solamente ocupando cargos de responsabilidad, personas pertenecientes a diferentes estratos sociales y diferentes profesiones, que invirtiendo su tiempo de ocio en la fiesta produjeron anualmente la puesta a punto la tradición inmemorial de la fiesta de Moros y Cristianos. Fiesta basada en acontecimientos históricos, formando una mezcla de ceremonia litúrgica, diversión y desbordamiento paroxístico, además de la revalidación de los sentimientos de confraternidad que traducen en una mejor convivencia como válvula de seguridad y mecanismo regulador de la sociedad que reafirma la identidad cultural del petrerí.
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