“EL TRIUNFO DE LA ILUSIÓN”
Bien se merece una plaza de su pueblo, pues impregno de belleza, afecto ternura e ilusión la fiesta de moros y cristianos. En definitiva endulzo todas las fiestas de Moros y Cristianos.
Francisco Máñez Iniesta
Sucedió un una espléndida primavera a primeros del siglo pasado. A pesar de que de los poetas instalados en el romanticismo de la época exaltaban apasionados la estación: “Albas flores perfumadas / En los árboles se ostentan,/ Flores esmaltan el prado,/ Flores coronan la sierra.”/ nuestros abuelos labradores nos contaban que después de estar trabajando todo el día en el campo, cuando regresaban a la casa, notaban que el pueblo olía pésimamente mal, ya que en las cuadras de las casas donde dormían las caballerías también se guardaban las basuras, o se enterraban en los patios para convertirlas en apreciado abono. Los humos de las alfarerías y el de los hornos del pueblo solían disimular el olor agrio del pueblo, además de dibujar en el poético azul intenso figuras majestuosas. La gente vivía de las cosechas siempre que el tiempo no las malograra, fundamentalmente del trigo, la cebada y la avena. No faltaban olivares y viñedos. La almendra, cuando no se helaba, era riquísima, además de la variedad de frutales que en primavera perfumaban las huertas. En definitiva, una agricultura de subsistencia que mantenía al pueblo perennemente estancado en un letargo de siglos. A primeros del siglo pasado no había más de 750 familias y el número de propietarios era de seiscientos, aunque las propiedades de doscientos cuarenta de ellos no llegaban a una hectárea, lo cual indica que muchísima gente del pueblo vivía al límite de la subsistencia, por lo que pronto nacería la Cooperativa Agrícola para paliar la precaria situación. También había dos alfarerías y cuatro fábricas de tejas, aunque el número de personas que trabajaban en ellas era minoritario. La industria del calzado empezaba su andadura empleando a un centenar de los 4000 habitantes que, poco más o menos, tenía el pueblo. En aquella sociedad, la mayoría del pueblo sufría carencias importantes, propiciando, cuando las sequías se prolongaban, que la mayoría de la gente del pueblo pasara calamidades. Las enfermedades y el hambre hacían estragos en las casas más humildes. . Ello explica que en las comparsas hubiese patriarcas que asumiesen las responsabilidades festeras además de los gastos, cuando en el pueblo no había un duro, o que también hubiese años en que no se pudo hacer la fiesta; de ahí que las decisiones de los patriarcas fuesen incuestionables. Durante muchísimos años la fiesta funcionó así, y en los pueblos en los que no existieron los Patriarcas la fiesta dejó de existir por falta de medios económicos.
En aquel tiempo, en el pueblo era tanta la devoción por San Bonifacio y su fiesta de Moros y Cristianos, que en los días de fiesta el pueblo se convertía en un oasis maravilloso de alegría y convivencia que rompía con la tragedia diaria, pues hasta en las casas más humildes siempre se procuraba ahorrar en aceite, harina y azúcar para celebrar la “Festa de San Bonifasi.” En vísperas de fiestas, todos los hornos del pueblo se llenaban de mujeres cargadas con grandes tableros cubiertos con los el blancos manteles que cubrían sus aromáticas y ricas pastas a cocer para compartir con mistela en los días de fiesta. El ceremonial de la fiesta de Moros y Cristianos cambiaba sustancialmente la vida del pueblo, que se engalanaba para ocultar su miseria con iluminación especial, colgaduras ostensibles y profusión de follajes. Petrer amaba la fiesta de San Bonifacio porque ella tonificaba la vida del pueblo llenándolo de música y alegría. También de tipismos que han llegado a nuestros días, como comer el plato de “Fasegures el día de San Bonifasi,” en recuerdo de aquellos tiempos en que nuestros antepasados, la mayoría de ellos, sólo lo hacían ese día. Estampa de un tiempo difícil de profundo dolor que es parte de nuestras vidas, de un tiempo crítico y rudo que amenazaba con labrar su historia con sangre y fuego.
Ramona García Brotóns fue hija de labradores, como la mayoría de las jóvenes de su época. Se la recuerda por quienes la conocieron como una joven muy hacendosa, servicial, atenta, y siempre dispuesta. Su pasión eran las manualidades pues, siempre que podía, cosía, bordaba, hacía ganchillo, bolillos… Cuentan y no acaban quienes la conocieron que tan sólo con 12 años le confeccionó una camisa a su padre que conmocionó a toda la familia. Deshizo a piezas la camisa vieja, compró la tela e hizo otra exactamente igual. Su madre cuando vio la flamante camisa se quedó transpuesta, pues la niña nunca hizo ningún curso ni aprendió de nadie. Siempre trabajó con mucha perfección en cuanto hacía, y hoy todavía, en la memoria del pueblo, se valoran como extraordinarios sus trabajos de toda índole. El cine y el teatro la entusiasmaban, pues después de cada sesión soñaba y sentía la emoción del espectáculo, viviendo con sus sueños aventuras maravillosas. Aquella joven tan vital, sin duda era la Cenicienta apropiada para vivir la ensoñación de un cuento real que cambiaría el curso de la historia festera y algunos de los principios de la sociedad en que vivió.
No consta que se celebrara la fiesta durante los años 1902 – 1903, como consecuencia de la penuria existente. Llegó la fiesta de 1904 con acusada ausencia de animación y lucimiento, era evidente que no era igual que en algunos años anteriores de abundantes cosechas. Ramona y sus amigas, como siempre hacían, buscaban el mejor sitio para ver desfilar las comparsas de Marinos, Tercios de Flandes, Vizcaínos y Moros Viejos. En esta ocasión estaba con Deogracias Villaplana la del “tío José el obre” y Salud una hermana de “Ventura el Pinche” y ante el paso de un Alférez con su bandera, el cual llevaba un gran bigote muy feo, a Ramona se le ocurrió decir: “Mireu quin abandert mes llechs en ese mostacho tan gran” Se rieron y Ramona sentenció “En lo guapes que aniriem nosaltres de abanderades se foerem els que llevaren la bandera.” Las tres se comprometieron para hablar con sus padres, pero antes deberían saber si el invento que querían proponer podría ser posible; por lo tanto, decidieron contarle la idea al “Tío Arpa” que era el presidente de los Moros Viejos y vecino de Ramona, con el cual tenía mucha satisfacción. “Asó está fet” le contestó Andrés Poveda.
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Detengámonos un momento en este instante y situémonos en el año 1962, cuando Mati Beneit Poveda habla con su padre, miembro de la filá de Negros de los Moros Viejos; mejor dicho, le insiste y no lo deja vivir para que acceda al deseo de desfilar formando filá con amigas, tanto casadas como solteras con sus trajes de negros y maquilladas al unísono. La respuesta de su padre fue exactamente la misma que la que pronunció Andrés Poveda, (tío de la madre de Mati Beneit y presidente de los Moros viejos en 1904) dándose la circunstancia de que también fue la primera filá de mujeres que históricamente desfilaron en nuestra fiesta también dentro de la comparsa de Moros Viejos. He aquí una circunstancia en la que nunca habíamos deparado en la cual se pone de manifiesto cómo miembros de una misma familia dentro de una misma comparsa cambiaron, sin ser plenamente conscientes el rumbo de la historia festera de Petrer e iniciaron “la Revolución de la Mujer“ en palabras de Hipólito Navarro. Habrá que significar que consolidada la Filá de Negras, de entre ellas salieron en el año 1972 la primera mujer Compromisoria; la primera Presidenta de comparsa en el año 1986, la primera Vocal femenina de la Unión de Festejos en el año 1994, además y la primera Jefe de Comparsa en el año 1998.
Prosigamos el camino iniciado y volvamos al momento en que Ramona obtuvo el permiso del presidente de la comparsa de Moros Viejos. El “Tío Arpa”, delante de Ramona, se encargó de decírselo a su padre. Ella, llena de temor, en ningún momento le miró la cara. “Mi padre era un hombre muy raro. Se quedó mirándome de la cabeza a los pies, y me dice: ¿Tú series capás de lleva la bandera? ¡Claro que sí¡ Respondió contundentemente! ¿Per qué no poden ser abanderadades, si estariem mes guapetes? Ya no hubo más que hablar. Un apretón de manos cerró el trato. “No hay mes que parlar, chiquilla. Dame la má, que el día de Misa De Grasia tú baixes la bandera”. Entonces tenía 18 años. De sus dos amigas sabemos que a una la comparsa de Vizcaínos le negó la posibilidad de ser abanderada, aunque hay que señalar que en el 1907 fue esta misma comparsa la que sacó la segunda abanderada histórica en la persona de Remedios Máñez Planelles. A su otra amiga, en su casa no le hicieron ni caso. A partir de 1905, hasta 1946 estuvo figurando el nombre de abanderado en las respectivas comparsas, aunque es a partir de 1918 cuando se establece que para ser abanderado se requiere haber cumplido los 14 años, pudiendo también ser mujer, si bien el término femenino (Abanderada) no se concedería hasta cuarenta años después.
Durante el año que se bajó la bandera se produjo en el pueblo una crítica muy dura hacia Ramona que terminó por afectarle mucho. “Se van burlá molt de mi dien que aniria espatarrá” (con las piernas abiertas) ademes de dime que era una cualquiera…, y una puta“. Su novio, que era un embajador de la fiesta, estaba haciendo el servicio militar, recibió varias cartas del pueblo diciéndole que evitara que fuese abanderada. También sus amigas, que en principio se habían comprometido con ella, cambiaron su opinión y la instaron a que abandonase su propósito. Aquella tensa situación tenía los visos de ser una campaña orquestada para que la mujer continuase relegada a su situación de madre y esposa de festeros y “Rodella”. Aquella situación tensa fue demasiado para ella y decidió no salir en la fiesta. Su novio le escribió animándola para que fuese abanderada y su padre la obligó, pues ambos habían dado su palabra, pues entonces la palabra dada implicaba el honor de quienes la contraían. La crítica de las mujeres fue especialmente muy dura hacia ella, pues en ningún momento se valoró que su decisión abría un campo de posibilidades para que aquella “festa de homens” evolucionara hasta el modelo actual en que la mujer ejerce de festera con los mismos derechos y obligaciones que el hombre. Aquella revolución tan temida acabó dignificando a la mujer y exaltando la fiesta a cotas insospechas de libertad e igualdad con respecto a los hombres. Toda una proeza en la emancipación social de la mujer, relegada en la sociedad bajo mínimos, pues únicamente salían mujeres en la fiesta de cantineras acompañando al Alférez abanderado. Tras siglos de oscurantismo y machismo iba a penetrar la primera luz que dignificaría a la mujer.” Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer no será humana”. (Ibsen)
Llegó la fiesta y Ramona estaba nerviosa. Posiblemente todos lo estarían pues era la primera vez en la fiesta de Moros y Cristianos que salía una abanderada, una mujer. En el pueblo esperaban que saliera vestida de moro o algo por el estilo. Su traje fue una sorpresa, pues se alquiló en Valencia procurando que fuese verde como el de la comparsa de Moros Viejos. La comparsa le hizo una réplica de la bandera que apenas pesaba. Había llegado el tan temible momento. La “entrada” salía de la explanada. Ella estaba muy asustada, ignorando lo que iba a suceder. Algo imprevisto ocurrió que espantó su caballo. Rápidamente fue bajada de su caballo, evitando que cayera al huerto del “Tío Andréu” como así sucedió con su caballo. De haber sucedido así, posiblemente este año nuestra fiesta de Moros y Cristianos no tendría nada que celebrar. Repuesta del susto y ya tranquilizada, inició la “entrada” con el caballo del Embajador montada al estilo amazonas, tal como se monta en la actualidad.
Cuando salió la “entrada” hubo un silencio que la asustó. La gente no creía lo que estaba viendo. Esperaban verla montada a caballo como vulgarmente decían:”Espatarra, com van els homes damunt del caball.” La diferencia fue espectacular, pues no crían lo que estaban viendo. En esos momentos nacía una de las imágenes más bellas de la fiesta: “La Abanderada de Petrer”. Repuestos del impacto, todos los asistentes a aquella entrada histórica empezaron a aplaudir emocionados, aplausos que no han cesado desde entonces ante el paso de una Abanderada. La gente le aplaudía, le felicitaba y su casa siempre estaba llena, dándole la enhorabuena. Se sintió como una reina llena de alegría cuando vio que al pueblo le había gustado. En el pueblo, el cambio acabo siendo bendecido y el impacto fue extraordinario en toda el área festera, de ahí que la Gran Enciclopedia de la Región Valenciana señaló el nombre del pueblo de Petrer como el lugar en el que una mujer participó activamente por primera vez en la historia en una fiesta de Moros y Cristianos.
El matrimonio de Ramona y Vicente Tortosa Maestre tuvo seis hijos: dos niños que murieron recién nacidos y otro llamado Vicente que murió a los dos años; también tuvo una niña llamada Paquita que también murió de niña víctima del sarampión, y finalmente a Vicente, y Armando. El hecho de que la niña Paquita falleciera tan temprano, tal vez fue la razón de que no hubiese continuidad en la comparsa de Moros Viejos. Pues sin ser adivinos nos atrevemos a asegurar que su hija Paquita hubiese sido Abanderada de los Moros Viejos. A pesar de ello, Ramona hizo lo posible para que su hijo Armando fuese moro viejo, pues soñaba con coserle el traje a pesar de la negativa constante de Armando. Decidida a hacer el último intento, fue a ver a”Regina la dels calses” para que le dejara un traje para salir en una entrada junto a su hijo Pepito y otros. Regina accedió muy gustosa y Armando otorgó sólo para salir en una entrada con el fin de que su madre lo dejara tranquilo. Salió aquel año y en su fila se le agregó”el tío Caball,” que era una institución de los Moros Viejos con muy mal genio. Desfiló muy nervioso pensando que no lo estaría haciendo bien y cuando pasaron por “Forn de Herrero”, situado en calle Mayor, salió corriendo cuesta abajo y no paró hasta que llegó a su casa en la calle de Vicente Amat.
Ramona salía a vender adobado a la plaza siendo ella la que se encargaba de todo. A veces su hijo Armando la ayudaba a pelar cebollas y se le quejaba de que la cebolla lo hacía llorar y ella se reía de verlo. Cuando sufrió el duro golpe de la muerte de su marido cambió bastante, su dolor ya no le dejaría y su compasión llevaba, gracias a su arte con las telas, a amortajar a los difuntos de las familias que se lo pedían. Siempre vivió junto a la”Plaza de Baix”, en la calle Miguel Amat, de ahí que siempre estaba integrada en las fiestas del pueblo. La “Festa dels Cararess” le encantaba aunque parece que no salió nunca. Casi al final de sus días lamentaba constantemente haber perdido la memoria y lloraba con frecuencia. Apenas recordaba cómo se hacían aquellas manualidades maravillosas de tanta valía.
En aquel tiempo la vida de las gentes del pueblo gravitaba en torno a la fiesta de San Bonifacio. Se pintaba la casa para San Bonifacio, o se encalaba la fachada o se compraba cualquier cosa… siempre para San Bonifacio. En Navidad ya se tenía en las arcas que había en las despensas los ahorros de la harina, el aceite y demás ingredientes para hacer las pastas para la fiesta, pues se ignoraba cómo sería la penuria del próximo año. A Ramona siempre le gustó mucho la fiesta. Su dicho era que le gustaría que cada tres meses fuese San Bonifacio, aunque ya no hubiese más fiestas en el año. La fiesta le apasionaba y aunque ya no volvió a salir, tuvo la suerte de que todos los actos pasaran cerca de su casa, de ahí que cuando oía la música corría a la calle llena de alegría para ver las comparsas que, por culpa de la crisis de aquellos años de primeros de siglo, no siempre desfilaban todas. Es verdad que cuando veía a los Moros Viejos siempre decía: ¡Ya venen els meus!
Pasaron los años y sus hijos se integraron en la fiesta. Armando acabó siendo de la nueva comparsa de Estudiantes, pues el nuevo espíritu de jovialidad, alegría y frescura que aportó la nueva comparsa, cuando toda la fiesta parecía tambalearse en los años 1930, le entusiasmó. Vicente formó parte del grupo de fundadores de la comparsa de Labradores en el año 1950. A pesar de que ninguno de los dos hijos fueron Moros Viejos, Ramona se ilusionó pensando que sus dos nietas salieran de abanderadas. La hija de Armando, Feli, fue abanderada de los Estudiantes en el año 1970, mientras que la hija de Vicente no pudo salir. Feli recuerda que su abuela Ramona le decía a su madre que por Navidad tenía que estar todo comprado, “Tú no escatimes que aquí está la meua paga…” “Mi abuela ignoraba que con la ayuda de su paga no había ni para empezar… Aquel año fue muy especial para ella, pues recuerdo que en casa ella cogía mi bandera y se marcaba el paso por el pasillo constantemente. Fue una pena que muriese antes de la fiesta.” Años más tarde las dos hijas de Feli también serían abanderadas. La mayor, Raquel salió también en la comparsa de Estudiantes el año 1995, y en este año del 2005, Conmemorativo del Centenario de la primera Abanderada, su hermana Rosa saldrá de abanderada de los Moros Viejos y de “Rodella” su prima, la niña Andrea; consanguíneas, ambas, de Ramona García.
En el año 1965, Ramona recibió un homenaje en el Ayuntamiento. Cuando regresaban a su casa, la abanderada de los moros Viejos le propuso la idea de que fuese ella quien llevara la bandera hasta su casa. Fue otro momento que nunca olvidó, pues habían transcurrido 60 años desde aquellos felices días de la fiesta de 1905.
Pero nada de lo que sucede suele ser casual, siempre hay alguien que piensa, medita y propone, aunque también es cierto que la vida, a veces, nos lleva por donde ella quiere. Fue Luis Gil, el marido de Feli, miembro de la comparsa de estudiantes quien le propuso a la familia que Rosa saliese de abanderada de los Moros Viejos en el Centenario de la abuela Ramona, pues este hombre siente, adora y trabaja por el ambiente familiar. Obtenido el sí apoteósico de la familia, corrió a contárselo al presidente de los Moros Viejos, Evaristo Plá, y antes de que terminara de hablar, el inolvidable Evaristo le dijo: “Mañana quiero la carta de petición en mi casa.” Estaba tan emocionado de ver el entusiasmo de Evaristo, cuando se encontró a su amigo Pablo Carrillos, (Ex Presidente de la Unión de Festejos) y le contó lo sucedido. Pablo, también emocionado, acabó escribiendo la carta a la Junta Directiva de la Comparsa de los Moros Viejos, la cual fue aprobada. A partir de ese momento empezó una nueva fiesta inolvidable para los descendientes de Ramona García Brotóns.
Había finalizado la fiesta del 2004 y la biznieta de Ramona, Rosa, bajaba desde la ermita como Abanderada junto a su padre como Capitán y su sobrina como”Rodella” de la Capitanía de la Comparsa de los Moros Viejos del histórico 2005. El destino quiso unir a las comparsas de Moros Viejos y Estudiantes, que también empezaban su 75 Aniversario. La comparsa de la abuela Ramona, y la de su hijo Armando, que provocó que él y toda su descendencia fueran Estudiantes. El destino redondeó el evento histórico. La atenta junta directiva de los Moros Viejos le cambió a Rosa su bandera por la que llevó su bisabuela. Ella, con las lagrimas en los ojos y temblando de emoción ante la magnitud de los aplausos del pueblo, notó enseguida que aquella bandera pesaba muy poco, era como una pluma, como, quizá, la caricia de su bisabuela que bajaba con ella. Se la apretó a su cuerpo lleno de alegría que seguía el cadencioso ritmo de la música, y siguió respondiendo con su sonrisa a los aplausos de su pueblo, el cual, tras un siglo de avatares, en una nueva primavera resonaban en el viento los mismos versos de antaño: ¡Mil y mil veces bendita/ la estación grata y risueña, /Bendita tú, deliciosa/ Y apacible primavera! Tú, Con el cetro de flores, tocas el campo, y despierta/ De su pesado letargo,/ de su profunda tristeza”.
Había costado mucho, pero esta vez, al cabo de un siglo de férrea lucha, todo el pueblo olía a primavera.
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Mi agradecimiento a Armando Y Vicente hijos de Ramona García.
Al matrimonio, Feli y Luís del cual Feli, es hija de Armando.
Al matrimonio Paqui y Diego del cual Paqui es hija de Vicente,
A Rosa, hija de Feli y biznieta de Ramona y abanderada de la capitanía Moros Viejos del 2005 junto a su padre Luis de Capitán y la rodela Andrea, hija de Paqui y nieta de Ramona.
A Mercedes Martínez, hija de la mejor amiga gemela en cuerpo y alma de Ramona.
Ramona García nació en año 1886 y murió en el año 1970.
Bibliografía.
MOROS Y CRISTIANOS. La incorporación de las mujeres en la fiesta: las negras de Petrer (Alacant). Laure HUEZE.
PRESSES UNUVERSITAIRES DU MIRAIL, 2003 UNIVERSITÉ DE TOULOUSE- LE MIRAIL. Collection Hespérides.
DEL BARRO AL CACHARRO. Mª Carmen Rico. Ajuntamente de Petrer. Caixa de Crédit. Universitat d´Alacant.1996
Petrer: los años decisivos 1923-1930. Salvador Pavía. Diputación Provincial de Alicante. 1993
ESCENAS DE FAMILA. Pilar Pascual de Sanjuán.
Barcelona 1910
HABLANDO DEL PASADO. Juan Ramón Montesinos Máñez
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