Son
los héroes de nuestro
pueblo agradecido que nunca podrá
olvidarlos, manteniéndolos
vivos en nuestra
memoria.
LA
VOCES SABIAS DE NUESTRA
FIESTA
Santiago Payá Villaplana,
Fiel amigo de sus
amigos. Trabajador incansable. Amante perenne de
su pueblo. Presidente de Honor de
la Comparsa de Fronterizos. Mejor ser
humano…
“…un largo camino, tenso y duro…”
Francisco Máñez Iniesta
Entrevistar a Santiago Payá Villaplana, supone conocer
las grandes dificultades del largo camino, tenso y duro de los de los
difíciles años de la comparsa de Fronterizos. Comparsa que nació en el año 1972
bajo el amparo del ideal de José Luis Perseguer
de Castro que vio la necesidad de integración del barrio de la Frontera
con el pueblo, en un tiempo en que en el
barrio estaba demasiado alejado del
vibrar y el sentir del pueblo de Petrer. Este fue el objetivo primordial de
aquellos “románticos” quienes hoy, a
pesar de todo, no lamentan su estrepitoso fracaso, pues los vecinos de la “Frontera”
no se integraron en la comparsa que se suponía debía de ser la suya.
Santiago Payá, contaba con el antecedente festero de su padre que fue moro Viejo toda
su vida, hasta que una facción de la comparsa dio origen a la desaparecida
comparsa de turcos, de la cual fue presidente durante los dos años de su corta
existencia. De ahí que en el año 1950, en que nacieron los moros Nuevos,
fueron Hipólito Navarro y “Pepe Caixa” a pedirle prestada la bandera de los turcos para bajar
la nueva comparsa. “Siendo muy niño,
salí por primera vez en la fiesta con los moros Viejos, formando una pequeña
filá con algunos de mis amigos, como “Conradín”, Evaristo Plá, Rogelio Román…en la cual sólo
permanecí dos años. Después me fui al
seminario, en el cual estuve dos años, y no volví a salir en la fiesta
hasta que nacieron los fronterizos”.
El fuerte carácter que imprime a Santiago, ya se manifestó en su niñez, pues
fue contundente con la decisión que optó en el seminario para abandonarlo,
veamos: …” fue en el segundo año de estar en el seminario cuando por causa
de la fiesta abandoné el seminario. Ocurrió que durante los días de fiesta de
moros y cristianos de Petrer, teniendo todo el
curso aprobado, le pedí al rector permiso para marcharme a mi pueblo que
estaba celebrando su fiesta de San Bonifacio, pues ya no
hacía otra cosa, que pasearme por los pasillos del seminario. Don Miguel, el
rector me respondió: ¡si “usted“ ha terminado,
el curso no! Le rogué que me dejara
marcharme a mi pueblo, pues tenía mucha
ilusión por la fiesta… acabó sentenciando, ¡si se marcha usted a la fiesta, por aquí no
vuelva más!
Santiago, regreso al pueblo, salió en fiesta y cuando
terminó el cura del pueblo habló con el obispo y éste con el rector para
gestionar su regreso al seminario. Nuevamente, el rector le sentenció al obispo:
“¡si vuelve
él, me voy yo”! El obispo le ofreció la posibilidad de seguir estudiando en
los seminarios de Murcia o Valencia lo cual suponía un aumento importante de
los gastos que no pudo digerir.
Descartó la vía del seminario y ese mismo mes de mayo
inició de un modo vertiginoso el bachillerato en Alcoi, examinándose después en
el mes de septiembre y en Alicante de ingreso, primero y segundo de magisterio
y año siguiente, en los exámenes de febrero, aprobó tercero de magisterio, por
lo que pudo incorporarse con los alumnos del maestro del pueblo don Juan José Navarro, terminando la carrera
de maestro en a los 17 años, permaneciendo
además un año en el colegio Primo de Rivera haciendo prácticas de
maestro.
Resulta también significativo el período militar de
Santiago, pues parece ser que también le resultó atractivo, por lo que, después de abandonar el ejército con el grado
de alférez, se casó y se puso a trabajar en una empresa en Madrid; más
tarde volvió al ejército, hasta que al
cumplir los 36 años regresó al pueblo definitivamente agudizada
ya en su personalidad su carácter tajante y decisivo.
Es en el año 1972 cuando su amigo íntimo, después de
compartir pan y pensión e infinidad de
vivencias en Madrid, el inolvidable José Luis
Perseguer le propone que funden la comparsa de Fronterizos. Santiago,
sabedor que al él también ama mucho al pueblo y le entusiasma la idea de
integración del barrio, pero inicialmente deniega la petición de Perseguer,
“pues lo conocía más que su madre y
esperé en decidirme”. Dado que las hijas de Santiago, también se enamoran del
proyecto de Perseguer y se hacen
Fronterizas, Santiago después de ver que la comparsa necesitaba ayuda, ingresó
el segundo año y como se temía, a finales del 1973 fue nombrado presidente,
cargo que ejerció durante 15 años, acompañado de un pequeño núcleo de jóvenes festeros.
Gracias al apoyo de Juan Poveda, entonces director de
la Caja de Crédito de la Frontera, que hizo todo lo posible para que la
dirección de la caja nos prestara el efectivo para financiar los proyectos, conseguimos
salir adelante, pasando verdaderos apuros en todos los órdenes. Éramos una comparsa en la cual, el 90 por ciento eran chicos y
chicas jóvenes sin autonomía económica y hasta que no fueron adultos no cambió
nuestra economía”.
Aquellos tiempos fueron muy duros, basta ver el rostro
de Santiago a medida que va narrando las dificultades, pero también es verdad
que sonríe, completaron diferentes aspectos, que hoy, la fiesta considera propios. “Dado que nuestra
comparsa estaba nutrida por con tantas
mujeres como hombres, a la hora de los desfiles se notaba mucho y se nos
criticaba por ello. Nuestra comparsa fue la primera que dio a las mujeres los
mismos derechos y deberes que tenían los hombres y es de notar el caso de la
vicepresidente Mari Carmen Andréu, que accedió a la presidenta cuando yo
presenté la dimisión, siendo la primera mujer presidenta de la comparsa.
Es cierto, también, que fuimos nosotros quienes le
organizamos al embajador un boato de dos filas de honor con banda de música
desde “El Derrocat”
hasta el castillo, después de que miembros de la directiva de la comparsa
fueran a su casa a recogerlo, cuando anteriormente solo iban él y el apuntador.
También, con la comparsa de Estudiantes y Vizcaínos organizamos la Festa dels
Capitans. Fuimos además los primeros que
autorizamos que las esposas y novias de
los festeros, pudiesen usar el traje de guerrilla femenino, para poder acompañar a la
comparsa a todos los actos, menos la procesión y las entradas. En los actos de alardo, fueron mujeres fronterizas las primeras que salieron
disparando con trabucos, acompañadas del cargador reglamentario. Así mismo,
ordenamos la asistencia obligada de filás a actos determinados, especialmente
de acompañamiento de los cargos festeros. Nada de lo expuesto, estaba entonces,
no estaba legislado y se nos amonestó
repetidas veces por ello”.
Acabada la exposición de los logros conseguidos, una
ligera sonrisa, plena de satisfacción,
se manifiesta en su rostro. Ahora su tono es más animado y su expresión
más re confortable y ello nos anima y seguimos hablando de otros aspectos interesantes
de la fiesta; pues este hombre que tanto a luchado y sufrido por su comparsa de
Fronterizos, se siente orgulloso en su balance final -”a pesar de tantos sacrificios e injustos menosprecios”- logró con todo su equipo,
equiparar a los “pobres Fronterizos” a la altura del resto de las
comparsas que forman la Unión de
Festejos.
A partir de ahora la entrevista tomo un nuevo giro y Santiago
analiza diversos de la fiesta de forma contundente, no en balde lleva casi toda
la vida junto a su fiesta y su comparsa y por ello opina de conceptos puntuales
de la fiesta. De nuevo vuelve a sorprenderme con su
contundencia manifiesta respecto a su discrepancia
sobre la forma de realizar el Desfile de
Honor, acto que por su naturaleza selectiva de rodelas, capitanes y
abanderadas, siempre ha sido el desfile más
brillante: “ El Desfile de Honor, desde que se reorganizó, ha perdido
su encanto, pues ahora, aquel desfile excepcional y único que era como un rayo
de luz y belleza, se ha convertido a su
paso, en tres núcleos separados, sin
cohesión y sin el arropamiento necesario, por ser tan largo, de la gente
llenando las calles, desdibujándose aquel gran desfile de honor de siempre. Ahora
da la impresión de que se está produciendo una entrada en la que desfilan tres comparsas.”
Su punto de vista es siempre es personal y tenaz, según
su consideración sobre lo que se está haciendo mal o bien, de ahí que cambie el
tercio a la hora de valorar el acto de la Retreta. “Afortunadamente se
ha ganado mucho en la organización de la retreta,
pues antes había más gente que no conocíamos que festeros, y ello
desinhibía a la hora de participar en
ella.” ¿Responde Santiago Payá Villaplana a aquella definición de vieja
usanza que acreditaba al caballero
español mitad monje mitad soldado? Sus años de estudios en el seminario y en el ejército
así podrían manifestarlo; de ahí, creo que nace su lamento a la hora de enjuiciar los actos
religiosos de la fiesta: “Es una pena que en la mayoría de los actos
religiosos tienen escasa presencia de festeros. Recuerdo que antiguamente,
cuando en la fiesta eran solamente tres
o cuatro comparsas, asistían todos a las
misas y la procesión. Ahora se pueden contar fácilmente los que asisten. Creo que no debemos de
olvidar que la fiesta la hacemos en honor San Bonifacio, y él es el pilar
espiritual que equilibra el sentimiento de alegría, amor y paz entre moros y
cristianos. También es verdad, que a pesar de la escasa asistencia a las misas
el santo es respetado y venerado por
todos. Sería una estupidez hacer una fiesta que recrease sólo el enfrentamiento
histórico de las dos culturas”
Considera
Santiago que es necesario que una
comisión de estudio se plantee la necesidad de reorganizar los actos de fiesta,
uniéndose a las voces que ya lo han solicitado: “…Podríamos tener una fiesta más relajada,
más sincronizada con la historia, además de una mejor exaltación de la figura del santo, más
potenciada, pues es lamentable que uno e los actos más emotivos que tenemos, la
entrada de San Bonifacio a la plaza, trascurra a las tres de la tarde, cuando
tiempos atrás entraba al anochecer, estando todo el pueblo esperándolo. Y así
muchas cosas más, como las entradas que también
deberían hacerse las dos por la tarde.”
Muy preocupado por
la economía en estos tiempos de severa crisis de las industrias del calzado y
bolsos, piensa que se debían buscar
medidas para paliar esta situación: “Es hora ya de dejar a un lado
el “picadillo festero” de ser más que el otro, pues la mayoría de la gente
tiene limitaciones económicas. Si fuéramos buscando soluciones económicas acto
por acto, creo que algunas se podrían encontrar y la fiesta lo agradecería. ¿Por qué en el
pregón las nuevas abanderadas no utilizan los atuendos festeros de su comparsa (aunque
tenga que añadirse algún complemento de nueva creación) evitando el gasto de lucir modelitos de alta costura, innecesarios para
semejante ocasión? Nadie podrá negar
que a Santiago Payá le siga preocupando la fiesta, y a su modo, busca
soluciones, aunque sabe que es “predicar en el desierto”, y si además se atreve decir, que él quitaría los boatos suntuarios,
no podría ser popular.
¿Es realmente, Santiago Payá un personaje
popular? Sinceramente creo que lo es,
pero más, a través de su colaboración en la Cooperativa Agrícola, donde su gestión fue fundamental
para la potenciación del mundo agrícola local con la creación de multitudes de servicios para el
pequeño agricultor local y comarcal, por lo cual el 14 de Mayo del año 2002 recibió de su majestad el Rey Juan Carlos I a
través del Ministerio de Agricultura, la Encomienda de la Orden del Mérito
Agrario.
Este hombre de
carácter, forjado bajo el temple de distintas facetas; religioso, militar,
maestro, escritor y poeta, amante de la cultura y de este pueblo, antes de
concluir esta entrevista, vuelve a referirse a sus primeros años de juventud, aportándome
la revelación de que jamás se ha podido
olvidar de su época de joven, recordando
a los jóvenes del pueblo que no pudieron estudiar como él lo hizo: “En aquel
tiempo atroz de privaciones el alcalde
Nicolás Andréu “Colau”, estaba empeñado en que todos los niños fuesen a la
escuela, pidiéndoles a los maestros a
los maestros que le entregaran un parte
de ausencias para hablar con los padres de los niños. Al principio los niños
empezaban a ir al colegio, pero al cabo de los días los volvíamos a ver por las
calles llevando carretillas con la “faena” que sus padres hacían en sus casa y
ellos ayudaban en lo que podían (dando de cola o bien contando pedacitos de
retales de piel para la confección de
bolsos) pues la necesidad y el hambre eran imperiosas. Yo fui un niño
privilegiado, pero jamás he podido olvidarme de aquellos otros que empezaron
sus vidas sin la cultura necesaria para hacerles frente, por todo ello colaboré, siempre que
pude, en el ámbito cultural”.
Hay dos momentos culturales muy significativos que
jamás olvidaré en la vida de este pueblo, en que la figura de Santiago Payá se
puso de manifiesto: Primero fue en el año1982, primer año de la Festa dels
capitans, en la explanada del castillo, donde Santiago, protegido
con un paraguas del aguanieve que azotaba la fortaleza y a cuantos allí
habíamos, solemnemente leyó la crónica del rey Jaime I, referida a Petrer como
el manifiesto cultural histórico que avala
a nuestro pueblo y su fiesta de Moros y Cristianos;
y luego, en el año 1989, en el cementerio, antes de
dar sepultura a nuestro llorado poeta Paco Mollá, después de su funeral. Santiago pidió un momento antes de
introducir el féretro en la tierra que ya albergaba los restos de su mujer Justa,
y a continuación, arropado por un silencio impresionante, trémulo, leyó un panegírico muy emotivo sobre la figura
humana y poética de Mollá que nos
emocionó a todos. Fueron dos momentos históricos de nuestra vida cultural en
que se puso de manifiesto la grandeza de nuestra poesía y nuestra historia, y
él, con su sencillez, fue quien los subrayó.
Llegado a este punto debemos de terminar este resumen
de esta entrevista que nos ha dado casi cuatro horas de conversación cultural y
festera. Es verdad que ambos hemos disfrutado mucho; él contando el difícil
camino de espinas de su comparsa; también intentando arreglar la fiesta, que
está empezando a quejarse; y yo escuchándole complacido y mentalmente
recordando aquellos años (1978-1987) del aula de cultura de la Casa del Fester
en la que él, también fue su presiente, y en donde trabajamos con tantos otros
amigos, Conchi, Marisa, María Dolores, Pepe, Antonio, Pablo, Medina, Salvador…
Santiago Payá, Patriarca de nuestra fiesta, se está
reponiendo satisfactoriamente, de una
reciente intervención quirúrgica, cuando ha accedido a esta entrevista, en una
fría tarde de invierno. Gracias por este esfuerzo, y por sus desvelos por
nuestra singular fiesta que tanto amamos y tanto le debe.
Febrero 2006
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