lunes, 3 de diciembre de 2018

El Semaforo por Antonio Espinosa Martínez


 ¿Estamos de acuerdo?. El que las personas se pongan de acuerdo para alguna cosa es algo natural y conveniente, sobre todo si en ello les va su futuro. Sin embargo se oye decir por ahí que hoy esto no es posible porque “cada uno ve las cosas de distinta manera”… y “todas son respetables”. Veamos qué clase de respeto y para ello quizá lo mejor sea darnos un paseo por el campo y reflexionar en contacto con la naturaleza, la maestra más sabia que existe y nos enseña muchas cosas. Se nos muestra tal cual es y sin embargo expuesta a  las elucubraciónes de todo tipo y origen: pues yo la veo así, yo así, yo así,… En fín,  está ahí para quien la quiera ver, mirar y admirar tal cual es..
   Segundo estribillo: “Todas las opiniones son respetables”. Naturalmente. Según el diccionario respeto es “la justa apreciación de las excelencias morales de una persona…”. Contiene también otras varias definiciones de respeto, como esta: “obrar cada uno con entera independencia”. ¿Qué os parece si unimos las dos frases del principio, cambiando respeto por esta última definición?. Veamos: “Cada uno ve las cosas de distinta manera… y obra con entera independencia”. Ya hemos llegado a donde íbamos, es decir, al caos.
    Comentábamos la conveniencia de que las personas practiquen el ponerse de acuerdo sobre algo. ¿Estamos de acuerdo en aceptar y convivir con el caos, es decir, con la confusión y el desorden?, ¿con el divorcio, las separaciones, el aborto, la eutanasia, el terrorismo, el bandidaje, la basura televisiva e internáutica, el deterioro sangrante de la naturaleza por la especulación?.  ¿Estamos de acuerdo en convivir con todo eso y más?. Se tiene la impresión de haber llegado al punto en el que incluso estas cosas también “cada uno las ve de distinta manera… y todas respetables”. Dan ganas, verdad, de salir corriendo y escaparnos a la escuela de la madre naturaleza, la poca que todavía queda. Miremos con nuestros ojos cómo se nos presenta como una maravilla de unidad, armonía y belleza, con tonalidades y matices inigualables. Todo en función del conjunto: la piedra, el árbol, la tierra, el agua, …todo al servicio y en función de todo, como un don de amor de unas cosas  a otras. Nada sobra ni falta. Se trata de una demostración práctica de la verdadera definición del respeto: cada cosa estima y aprecia las excelencias de las demás y corresponde siendo lo que es y como es, en aportación armónica al conjunto, que denominamos naturaleza.

   A poco que meditemos, el testimonio de la madre naturaleza nos hace intuir una especie de “amor”, total, recíproco, entre y por parte de las plantas, el aire, el agua, la tierra…. ¿Es posible que exista esa forma de “amor” pleno, desinteresado, ese “estar cada cosa en función de las demás”?. Reflexionando en este modelo se nos ocurre pensar si sería posible también entre las personas. Al menos en la necesidad de que así fuera ¿estaríamos de acuerdo?. 
   Sumido en estas ideas, de pronto el vehículo que me traslada se detiene en un semáforo, y mi pensamiento se desplaza sin poder evitarlo hacia el mismo. Cuando se presenta en la vida y bruscamente el “rojo” de esa enfermedad, de ese problema, de esa situación… ¿Qué sucede entonces?. ¿No habíamos dicho que todo es “amor” –en el genuino sentido del término-?. Por tanto, también esto. Amaré tal situación, la abrazaré quizá con lágrimas, le daré mi sí, al igual que la misma naturaleza reacciona positivamente ante cualquier cambio brusco y agresivo que la altera. Aceptaré el semáforo rojo de la vida cuando sugiere:: espera, reflexiona, tómate un respiro que no se hunde el mundo. A continuación en el devenir de la vida, en algún momento, cambia el semáforo del rojo al ambar  para decirnos: Seguimos estando de acuerdo que lo que importa es el amor. Entonces te acepto así, tal cual eres, con tus virtudes y tus defectos, con lo que sucede y con las cosas como se presentan y no como a mí me gustaría que fueran.  De pronto el  semáforo cambia al verde. Sin  embargo… espera que piense “cada uno ve las cosas de distinta manera” ¿Y si yo estoy viendo verde y resulta que es rojo?. Por otro lado, soy muy libre de verlo rojo, porque a ver… Un solemne bocinazo “bom”, “bom”, desde atrás, nos traslada a la más pura realidad, reclamando urgentemente la marcha. Caminar, salir hacia adelante, avanzar al unísono, en orden unos con otros. Por un momento pienso que también las personas sabemos emular a la naturaleza en el sentido del respeto y seguramente –quizá por la cuenta que nos tiene-  comprendemos que en el tráfico, como en muchas otras cosas de la vida no vale aquello de “obrar con entera independencia”, o sea hacer “lo que a mí me dé la gana”. Dicho de otra manera, un no al caos y al “todo vale”, y un sí al orden, a la armonía, al estar cada cual en función y respeto a los demás, atentos al semáforo que todos llevamos dentro. ¿Estamos de acuerdo?. Bueno pues así y todo algunos no van a estar de acuerdo. Qué le vamos a hacer. Forma parte de la condición humana. ¿De acuerdo?.

                                                                                 Antonio Espinosa Martinez             



    

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