martes, 11 de septiembre de 2018
Macedonia de curso
Atendiendo a sus ingredientes se puede optar por una macedonia de frutas o de
verduras, al gusto de cada cual. En nuestro caso interesa el significado de macedonia,
es decir, mezcla o mescolanza. ¿Qué representa un comienzo de curso sino una
mescolanza, a veces un poco caótica, de compromisos a corto o largo plazo?. A corto
todos lo saben y muchos lo sufren: arreglos en casa, colegios, ropa, reformas,
papeleos, etc. En cuanto a plazo menos corto nuestro objetivo enfoca Mayo, una fecha
26 y un motivo: Elecciones. Elecciones municipales coincidentes con las del Parlamento
Europeo y en algunas regiones autonómicas. Nos quedamos con este componente de
la macedonia de comienzo de curso precisamente porque, aunque la mayoría de la
ciudadanía no lo sabe, estamos en campaña.
En su momento los medios de comunicación nos ayudaran a conocer, diferenciar,
comparar e incluso decidir –hasta ahí llega su influencia- en la cuestión de voto. Digo
ayudarán, hasta cierto punto, cuando no sirvan también para confundir dada la
complejidad de información, mensajes e intereses subrepticios que se cruzan y
entremezclan, haciendo precisa una sólida formación más propia de especialistas que
del ciudadano de a pié. El político debe barajar con presteza los objetivos que le vienen
de campaña con aquellos inmediatos del entorno que, en general, y lo digo con pesar,
suelen referirse más al bienestar, justo y necesario por otra parte, que al ser.
Pongamos un ejemplo: se dedica mayor atención a la seguridad ciudadana y a los
medios de orden público para asegurarla que a combatir las causas y origen de la
misma inseguridad ciudadana.
En campaña palabras, promesas y frases pierden significado, sobre todo cuando se
utilizan para lanzarlas sobre el contrario y lo que tendría que ser diálogo resulta
confrontación, desgaste al oponente, minimizar los éxitos y magnificar los errores,
buscar tres pies al gato y responsabilidades más que soluciones. La crítica es, por
supuesto necesaria, si es justa, objetiva y sirve para ayudar a rectificar y avanzar en el
bien común. Requeriría entrenamiento para encajarla bien.
El observador conspicuo, entre tanta marabunta de información y mescolanza de ideas
y opiniones, aprecia en la macedonia política algún ingrediente que la viene
desvirtuando sobre todo cuando se le exige al político que sea confrontador. Y
observa, con agrado, que hoy da más votos una buena idea que una mala
confrontación. En efecto, algunas cosas están cambiando, afortunadamente para bien.
El representante de otro partido no puede ser ya más mi enemigo sino persona con
convicciones distintas a las mias pero idénticas en cuanto al deber y obligación de
laborar por el bien común, social y público. Y apunto, y no solamente por el bienestar.
El verdadero enemigo se agazapa tras la ignorancia, el desempleo, la intolerancia, la
pérdida de valores, la pobreza, el consumismo salvaje, la falta de apoyo a la familia, el
problema de la inmigración,.. Tal es el enemigo a vencer, agazapado en los problemas
de una deshumanización acelerada. Se capta, a poco que uno reflexione, que un cierto
modo de hacer política ha entrado en crisis, a la vez que deja espacio a nuevas
posibilidades. En el horizonte se vislumbran novedosos enfoques de la cosa pública,
que no cabe citar aquí y dejamos para otra ocasión.
En la agenda macedonia social del periodo que comienza, cuidemos los componentes
para que resulte un curso por lo menos normal y sin sobresaltos, con planteamientos
de solución a cuestiones latentes y en algunos casos urgentes, y con el compromiso de
todos, no sólo de los políticos, pero también.
Antonio Espinosa Martínez
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