miércoles, 7 de abril de 2021

ENRIQUE AMAT PAYÁ. (FRUTO CULTURAL DE MIGUEL AMAT Y AZORÍN)

 


ENRIQUE   AMAT   PAYÁ.

(FRUTO  CULTURAL  DE MIGUEL AMAT  Y AZORÍN)

Francisco   Máñez Iniesta

Enrique Amat murió el día 18 de Marzo de 1997, cuatro días antes de que fuera presentado su  cuarto libro. Libro, que, cómo los anteriores iban completando sus reflexiones del día a día de su vida, de sus creencias sociales y sagradas que le daban su sustento espiritual; porque son sagradas las creencias que respetan la de los otros por más dispares que sean.

Con su desaparición, Petrer perdió uno de los baluartes más brillantes de su cultura. Este hombre, afable y querido, hizo mucho por la cultura de este pueblo. Su vida fue su trabajo que le permitió el sustento y vocación desmedida por el mundo de las letras. 

A Enrique Amat, su vena  literaria le vino de su tío Miguel Amat,  que a su vez fue  maestro de Azorín. Su vocación resultó inevitable, al recibir el mejor tesoro genético de sus antepasados. Sus genes le llevarían al mundo fascinante de la creación literaria.

 Su huella literaria queda perenne en la historia literaria  de Petrer de la última mitad de este siglo en  sus artículos y poemas quedan esparcidos en las publicaciones  locales  además de tres libros que llevan su firma.   Pero de Enrique Amat, también, habrá que valorar aspectos que no dejaron textos ; su actividad social en distintas instituciones; sus horas y noches interminables componiendo las revistas  Festa  y  la Moros  y  Cristianos, los  poemas olvidados  de   Leopoldo  Llorente, y María Libertad, en su diseño  inicial 

En las primera  ediciones   de  las   primeras   revista del año  1943  después de la  guerra  civil, Enrique  Amat  y Francisco  Rodríguez /Don Paco/  maestro de  Primo  de  Ribera, fueron los que iniciaron las  primeras  ediciones  las  cuales  se  conservan en el nuevo  periodo  cultural que marcaron  el  futuro  actual.  En  todo  este  primer  proyecto allí  aparecen Enrique y D, Paco , afanados  en sus  editoriales  de  exaltación  de  nuestra  fiesta, y la  llegada  de la  nueva  imagen  del  Cristo.

 “Moros y Cristianos" - en las cuales, aparecía   su firma precedida de algún artículo o poema, pero en todas, se ocultaba su amor y su esfuerzo desmesurado por dignificar todas sus páginas...

En aquel mundo cultural le conocimos, animando  a los  jóvenes  Antolín  y yo  principiantes ilusionados. Aquella actitud fue meritoria para él, porque la mayoría de aquellos   jóvenes, cuando nos reuníamos, no procedíamos del Instituto o de la Universidad, sino de las fábricas, después de diez  horas de  pelearnos con los zapatos. Él, mejor que nadie conocía nuestras posibilidades y carencias, porque,  siendo casi un niño, a los 14 años, también fue alumno de aquella Universidad del Calzados Luvi.  Quizá, por ello, su paciencia no tuvo límites con nosotros.  

         Calzados  Luvi, fue el  emblema  del  calzado más  importante en  el  desarrollo  económico  de  Petrer, por  ello  este  pueblo  que   tanto le debió a la  empresa  y  sus  autores  hayan  sido  borrados  de  la  nuestra  historia  ante el lloro este  pueblo  que  tanto  trabajo produjo durante los  peores  años, si  bien  el  proyecto  de Luvi consistió en construir en el  espacio  que todavía  están  las pinadas, naves  para  fabricar todos los  elementos  necesarios  de los  zapatos . Si  este  proyecto  no  se  guarda  en  nuestra  historia , ella  nos  lo  reprochara cuando quizá sea  ya  tarde, como en otras   partes  de la  vida cultural  tan  importantes históricamente que habrá  que  resucitar,   quizá  ya   tarde por  haber  perdido  el  contacto con  tantos  hijos  y  vecinos  que ya  murieron  conocedores   de la cultura  del  pueblo.

Enrique  Amat fue  un  buen hijo de Petrer, que   amó desmesuradamente a su pueblo, siendo un entusiasta de sus tradiciones.  Fue moro Viejo y defensor a ultranza de la fiesta de moros y cristianos en su aspecto más tradicional, junto  a  su  amigo  el embajador Antonio Palazón , otro  emblema de  la fiesta  pérdido  en la memoria  del  pueblo. Ambos  fueron  amigos   en un tiempo de anhelos renovadores y controversias festeras que marcaron una época importante.

Enrique Amat  también fue un hombre de fe. En su poesía religiosa está su temple espiritual, dando forma y belleza a sus creencias; por eso, ahora, ante su cuerpo inerte que no dudó de su resurrección - quisiera de verdad- que resucitara en el Paraíso y recibiera el justo reconocimiento a toda su vida; algo que desgraciadamente, nosotros no sabremos devolverle, porque fue mucho lo que nos dio para siempre.

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