domingo, 9 de octubre de 2022

RECUERDOS DE UN PETRER QUE NO VOLVERÁ

                                                             RECUERDOS

Cuando se acercan los días de fiesta que Petrer dedica a su patrona, la Virgen del Remedio, aquellos que ya tenemos más recuerdos que proyectos  -es mi caso- solemos rememorar momentos, vivencias o comentarios que en su día nos hicieron quienes nos precedieron y que nos retrotraen a un tiempo pasado, vivido o no, pero que nos satisface su recuerdo.

Lo que en estas líneas pretendo recordar lo voy a hacer con el permiso que, seguro, me concederá nuestra documentada cronista oficial de la villa, que cada vez que leo sus acertadas publicaciones, pero sobre todo su libro “Las calles de Petrer”, no acierto a saber si me produce una envidia sana o me provoca el interés necesario para desarrollar, con minuciosa precisión, cualquier recuerdo del antaño Petrer que me han contado o he tenido la ocasión de haber vivido.

Sea lo que fuere lo que me provoca, lo que voy a intentar en este escrito es contar un detalle festivo, precisamente de la fiesta que se avecina, que si no importante sí es una curiosidad que acontecía en tiempo pasado.

Hace más de cincuenta años, cuando la industria del calzado era la principal fuente de desarrollo de nuestro pueblo, la demanda de operarios era tal que, tras la jornada de trabajo en la empresa, era normal lo que llamábamos “anar a verlàr”, que era acabar el día

en talleres o empresas pequeñas donde se llegaba, en casos extremos de trabajo, hasta la media noche. Yo, como casi todo el colectivo, tampoco me libraba del sistema y en uno de los diversos talleres que estuve yendo a “velar”, concretamente “Calzados Adelet” de los hermanos Guillén Brotons, coincidí con quien me comentó el detalle festivo que pretendo relatar.

Me contaba que la procesión, venerando a nuestra patrona por las calles de Petrer, tenía tres paradas concretas en la puerta de tres agricultores que, cuando tras la vendimia se llevaba la uva a sus bodegas para transformarla, una vez pisada sobre una superficie dura y extraer de ella el mosto que contenía, la primera extracción era llevada a la Iglesia por estos tres cosecheros para que se empleara en la misa, en el acto de la consagración.

En agradecimiento a esta donación se hacían estas tres paradas y la primera de ellas era en la misma plaça de Baix, en la puerta de la casa de D. Ramon Maestre, el mayorazgo. Otra de ellas era precisamente en casa de nuestro protagonista, Bartolomé Beltrán, persona conocida sobre todo en el ámbito musical del que formaba parte pues era músico y tocaba el saxofón en la única banda de música que existía, la Unión Musical. Era hijo de una persona también muy conocida por aquellos años en Petrer, de la familia de los Planelles, María Eugenia “la Guitarrona” , mujer devota, que de los viñedos que poseía en la partida de “Les Pedreres” hacía cosecha, transformándola en vino en la bodega que estaba  situada en lo que llamábamos “el postigo”, una calle sin salida que forma parte de la calle San Vicente. Este vino lo vendía con facilidad en su casa de la calle Gabriel Brotons.

En cuanto a la tercera casa donde se realizaba esta parada, no precisó  lugar ni propietario, pues como eran varios los cosecheros que alternaban el año de donación, no me indicó una casa concreta. Y este es el resúmen de lo que esta persona me contó y lo cuento aunque  con algunas precisiones , pero que en nada alteran el relato.

Tuve la ocasión en su día de comentarle este detalle festivo a nuestro recordado D. Jesús “El Vicari” y me lo confirmó, añadiendo que también se solían hacer paradas en las casas que previamente lo solicitaban y estaban dentro del itinerario de la procesión, bien porque en ellas había algún enfermo o bien porque algún familiar lo había llevado hasta alli. De esta forma los enfermos podían hacer sus rogativas o peticiones a nuestra Virgen del Remedio, contemplándola de forma más íntima, cercana y directa.

Estas solicitudes normalmente estaban acompañadas de algún donativo mas o menos importante para las necesidades de la Iglesia que era muy agradecido por el clero fuera  cual fuere la donación pues, por aquellos tiempos, si las voluntades eran favorables las penurias determinaban la generosidad en las economías familiares.

Este es un pequeño retazo de nuestro pasado que he intentado reflejar y que, si no tiene la carga emotiva pertinente, cuanto menos tiene la situación curiosa de un tiempo pasado de la fiesta dedicada a nuestra Patrona, la Virgen del Remedio, o así lo entiendo yo.

                                  Algo de Petrer y mío”, poemario de Rafael Antolín - El Carrer - Diario  digital de Petrer                                                                                                                       Antolín.

Publicado en El Carrer 9/10/2022

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