Con la jubilación de Vicente Vázquez Hernández, Sax despide a un hombre que ha sido mucho más que el bibliotecario de su pueblo.
Durante décadas, Vicente ha sido la puerta abierta al conocimiento, la memoria y la cultura, acompañando a generaciones enteras en su encuentro con los libros, las historias y la sabiduría.
Su labor no se ha limitado a la gestión de una biblioteca. Vicente ha sabido hacer de este espacio un lugar vivo, de encuentro, de conversación, de aprendizaje compartido.
Siempre dispuesto a ayudar, con una sonrisa y con la paciencia de quien entiende que cada consulta es una oportunidad para acercar a alguien al mundo de la lectura.
Apreciado por su humanidad, cercanía y entrega,
Vicente ha sido un referente cultural no solo en Sax, sino en toda todos los ámbitos donde su opinión era necesaria.
Su compromiso ha dejado una huella profunda en quienes lo conocen: estudiantes que encontraron en él un guía, investigadores que hallaron apoyo en sus manos y vecinos que encontraron siempre una palabra amable entre estanterías y libros.
El destino ha querido que su marcha llegue sin poder inaugurar la nueva biblioteca, un proyecto que él soñó y acompañó con ilusión.
Pero aunque no sea él quien la inaugure como bibliotecario titular, nadie podrá borrar que gran parte de esa nueva etapa lleva su nombre en espíritu, porque ha sido su trabajo diario el que ha dado forma a lo que vendrá.
Hoy, Sax le dice “gracias” a Vicente Vázquez Hernández: por su vocación de servicio, por su humildad y por su capacidad de sembrar cultura con sencillez y afecto.
Vicente, junto a su familia y amigos, viajó hasta Toledo hace unos años. Mientras ellos aprovecharón para disfrutar de la visita turística, él renunció a ese plan para venir a verme al Hospital Nacional de Parapléjicos, donde permanecí seis meses ingresado luchando contra una lesión medular que cambió mi vida y limitó mi movilidad.
Ese gesto, tan sencillo y tan grande a la vez, lo guardo en mi memoria con profunda gratitud. Nunca olvidaré que en un momento tan difícil, Vicente eligió acompañarme. Su visita fue más que una compañía: fue un abrazo, un estimulo un detalle de que la amistad verdadera se demuestra en los instantes más duros.
Se jubila el bibliotecario, pero queda el amigo, el referente humano y el legado de toda una vida entregada a la cultura.
Pablo Carrillos Huertas
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