miércoles, 14 de enero de 2015

Las libertades son un camino sin retorno, reflexión de E.Dans

IMAGE: Vasyl Torous - 123RFEl reciente atentado en París contra Charlie Hebdo está destapando de nuevo los peores fantasmas del recorte de libertades para supuestamente obtener una teórica y falsa sensación de seguridad. Resulta enormemente paradójico que se pretenda que un atentado llevado a cabo por ciudadanos franceses dentro de Francia tenga como resultado restricciones y más controles en los movimientos fronterizos dentro del espacio Schengen: que semejante medida sea solicitada por alguien como Marine Le Pen entra dentro de lo esperable, pero que realmente algo así sea tomado en serio o que se intente trasladar a un incremento de la censura y la vigilancia en la red resulta demencial. La idea denota tanta falta de sentido común como lo que supone responder a un atentado contra la libertad de expresión aplicando más vigilancia.


No, un atentado nunca puede ser una excusa para atacar las libertades en la red. Pretensiones como la prohibición de toda herramienta de comunicación que no ofrezca puertas traseras a las autoridades para la vigilancia son tan demenciales, tan absurdas y tan potencialmente catastróficas, que únicamente indican una total falta de conocimientos sobre cómo funciona la tecnología. La idea no solo es imposible – el uso de esas herramientas no puede ser impedido, como si hablásemos de “objetos físicos” o de “sustancias” que pueden controlarse en unas hipotéticas “fronteras” – sino que, además, implica un enorme peligro para todos: las puertas traseras no solo sirven para que entren por ellas aquellos que las solicitaron, sino que se convierten indefectiblemente en oportunidades que otros pueden explotar, sea a partir de información que obtienen mediante ingeniería inversa, mediante filtraciones de ex-policías, o mediante otros métodos. La discusión es tan absurda que se creía completamente superada hace mucho tiempo, pero ahí sigue, y muchos siguen pensando que es algún tipo de solución para algo.
Las libertades tienen que ser consideradas como un camino sin retorno. Llegar a tener una Europa sin fronteras y un respecto a derechos humanos tan básicos como el secreto de las comunicaciones  – que nunca ha llegado a estar completamente protegido, y a pesar de eso, nunca ha servido para impedir atentados – es algo que llevó muchos años y mucho sufrimiento conseguir. Que cada vez que haya un evento luctuoso aparezca un grupo de iluminados clamando por la suspensión de esas libertades resulta agotador, insufrible: esa opción debería ser sencillamente considerarse extirpada del discurso público. Está completa y fehacientemente demostrado que más vigilancia no implica más seguridad. Cuando se incrementa la vigilancia, los que lo sufren son los ciudadanos. Los criminales, sencillamente, recurren a otros medios de comunicación, y no existe tecnología capaz de interceptar o controlar todos los medios que la tecnología es capaz de producir.
La vigilancia masiva nunca ha servido y nunca servirá para obtener más seguridad. Es únicamente una ilusión que algunos pretenden vender para así justificar otras cuestiones que sí les favorecen. Cada vez que haya un atentado, cada vez que surja una oportunidad de explotar el miedo colectivo, estos oportunistas volverán a aparecer reclamando el recorte de las libertades en aras de una supuesta seguridad, seguridad que esos recortes no podrían en realidad ofrecernos. Es fundamental que como sociedad aprendamos a responder ante esos farsantes, porque en cada uno de estos envites nos jugamos mucho.
Podemos discutir mucho sobre los límites de la libertad de expresión. Se trata de un asunto sin duda complejo: la práctica totalidad de los que afirman estar dispuestos a protegerla hasta el límite tienen dificultades a la hora de aplicarse ese razonamiento a sí mismos. Ver a un presidente del gobierno español que acaba de aprobar una “ley mordaza” participando en una manifestación en París a favor de la libertad de expresión es tan absurdo y tan paradójico como ver a un Mark Zuckerberg cuya red social censura todo aquello que estima oportuno sin marcar criterios claros financiando la próxima edición de Charlie Hebdo.
Las pretensiones de gobiernos europeos como el británico o el español deben recibir la contestación social oportuna: la absurda interpretación que algunos pretenden hacer de la frase de Benjamin Franklin sobre la libertad y la seguridad (“Those who would give up essential Liberty, to purchase a little temporary Safety, deserve neither Liberty nor Safety”, o “Aquellos que renunciarían a una libertad esencial para comprar un poco de seguridad momentánea, no merecen ni libertad ni seguridad”) para pretender una falsa dicotomía entre libertad y seguridad deben entender que no se trata de que libertad y seguridad sean dicotómicas, sino de que la restricción de la libertad NO SIRVE para obtener más seguridad. No, la seguridad nunca nace de la restricción de la libertad. La restricción de la libertad solo trae nuevas amenazas. Cuando alguien te diga “tenemos que tener seguridad para poder tener libertad”, ponlo inmediatamente en cuarentena: puedes estar completamente seguro de que pretende arrebatarte la libertad por otras razones que poco tienen que ver con la seguridad.

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