martes, 15 de septiembre de 2020

LA VOCES SABIAS DE NUESTRA FIESTA.. SANTIAGO PAYÁ VILLAPLANA


Son  los  héroes  de nuestro  pueblo agradecido que  nunca  podrá  olvidarlos, manteniéndolos  vivos  en  nuestra  memoria.


LA  VOCES   SABIAS  DE NUESTRA  FIESTA


Santiago Payá Villaplana,
Fiel  amigo de sus  amigos. Trabajador incansable. Amante perenne  de  su  pueblo. Presidente de Honor de la Comparsa de Fronterizos.  Mejor  ser  humano…

“…un largo camino, tenso y duro…”

Francisco Máñez Iniesta

Entrevistar a Santiago Payá Villaplana, supone conocer las grandes dificultades  del  largo camino, tenso y duro de los de los difíciles años de la comparsa de Fronterizos. Comparsa que nació en el año 1972 bajo el amparo del ideal de José Luis Perseguer  de Castro que vio la necesidad de integración del barrio de la Frontera con el  pueblo, en un tiempo en que en el barrio  estaba demasiado alejado del vibrar y el sentir del pueblo de Petrer. Este fue el objetivo primordial de aquellos  “románticos” quienes hoy, a pesar de todo, no lamentan su estrepitoso fracaso, pues los vecinos de la “Frontera” no se integraron en la comparsa que se suponía debía de ser la suya.

Santiago Payá, contaba con el antecedente  festero de su padre que fue moro Viejo toda su vida, hasta que una facción de la comparsa dio origen a la desaparecida comparsa de turcos, de la cual fue presidente durante los dos años de su corta existencia. De ahí que en el año 1950, en que nacieron los moros Nuevos, fueron  Hipólito Navarro y “Pepe Caixa” a pedirle  prestada la bandera de los turcos para bajar la nueva comparsa.  Siendo muy niño, salí por primera vez en la fiesta con los moros Viejos, formando una pequeña filá con algunos de mis amigos, como   “Conradín”,  Evaristo Plá, Rogelio Román…en la cual sólo permanecí dos años. Después me fui al  seminario, en el cual estuve dos años, y no volví a salir en la fiesta hasta que nacieron los fronterizos”.

El fuerte carácter que imprime  a Santiago, ya se manifestó en su niñez, pues fue contundente con la decisión que optó en el seminario para abandonarlo, veamos: …” fue en el segundo año de estar en el seminario cuando por causa de la fiesta abandoné el seminario. Ocurrió que durante los días de fiesta de moros y cristianos de Petrer, teniendo todo el  curso aprobado, le pedí al rector permiso para marcharme a mi pueblo que estaba celebrando su fiesta de San Bonifacio, pues  ya  no hacía otra cosa, que pasearme por los pasillos del seminario. Don Miguel, el rector  me respondió: ¡si “usted“   ha terminado, el curso no!  Le rogué que me dejara marcharme a mi pueblo,  pues tenía mucha ilusión por la fiesta… acabó sentenciando,  ¡si se marcha usted a la fiesta, por aquí no vuelva más!

Santiago, regreso al pueblo, salió en fiesta y cuando terminó el cura del pueblo habló con el obispo y éste con el rector para gestionar su regreso al seminario. Nuevamente, el  rector le sentenció al obispo:
 “¡si vuelve él, me voy yo”! El obispo le ofreció la posibilidad de seguir estudiando en los seminarios de Murcia o Valencia lo cual suponía un aumento importante de los gastos que no pudo digerir.

Descartó la vía del seminario y ese mismo mes de mayo inició de un modo vertiginoso el bachillerato en Alcoi, examinándose después en el mes de septiembre y en Alicante de ingreso, primero y segundo de magisterio y año siguiente, en los exámenes de febrero, aprobó tercero de magisterio, por lo que pudo incorporarse con los alumnos del maestro del pueblo don Juan José Navarro, terminando la carrera de maestro en a los 17 años,  permaneciendo  además un año en el colegio Primo de Rivera haciendo prácticas de maestro.

Resulta también significativo el período militar de Santiago, pues parece ser que también le resultó atractivo, por lo que,  después de abandonar el ejército con el grado de alférez, se casó y se puso a trabajar en una empresa en Madrid; más tarde  volvió al ejército, hasta que al cumplir  los 36 años  regresó al pueblo definitivamente agudizada ya en su personalidad su carácter tajante y decisivo.

Es en el año 1972 cuando su amigo íntimo, después de compartir pan y pensión  e infinidad de vivencias  en Madrid, el inolvidable José  Luis  Perseguer le propone que funden la comparsa de Fronterizos. Santiago, sabedor que al él también ama mucho al pueblo y le entusiasma la idea de integración del barrio, pero  inicialmente deniega la petición de Perseguer, “pues lo conocía  más que su madre y esperé en decidirme”. Dado que las hijas de Santiago, también se enamoran del proyecto de Perseguer  y se hacen Fronterizas, Santiago después de ver que la comparsa necesitaba ayuda, ingresó el segundo año y como se temía, a finales del 1973 fue nombrado presidente, cargo que ejerció durante 15 años, acompañado de un pequeño núcleo de jóvenes festeros.  
Gracias al apoyo de Juan Poveda, entonces director de la Caja de Crédito de la Frontera, que hizo todo lo posible para que la dirección de la caja nos prestara el efectivo para financiar los proyectos, conseguimos salir adelante, pasando verdaderos apuros en todos los órdenes.  Éramos una comparsa  en la cual, el 90 por ciento eran chicos y chicas jóvenes sin autonomía económica y hasta que no fueron adultos no cambió nuestra economía”.

Aquellos tiempos fueron muy duros, basta ver el rostro de Santiago a medida que va narrando las dificultades, pero también es verdad que sonríe, completaron diferentes aspectos, que hoy,  la fiesta considera propios. “Dado que nuestra comparsa estaba nutrida por con tantas  mujeres como hombres, a la hora de los desfiles se notaba mucho y se nos criticaba por ello. Nuestra comparsa fue la primera que dio a las mujeres los mismos derechos y deberes que tenían los hombres y es de notar el caso de la vicepresidente Mari Carmen Andréu, que accedió a la presidenta cuando yo presenté la dimisión, siendo la primera mujer presidenta de la comparsa.

Es cierto, también, que fuimos nosotros quienes le organizamos al embajador un boato de dos filas de honor con banda de música desde  El Derrocat” hasta el castillo, después de que miembros de la directiva de la comparsa fueran a su casa a recogerlo, cuando anteriormente solo iban él y el apuntador. También, con la comparsa de Estudiantes y Vizcaínos organizamos la Festa dels Capitans. Fuimos además  los primeros que autorizamos que las esposas  y novias de los festeros,  pudiesen usar el traje de  guerrilla femenino, para poder acompañar a la comparsa a todos los actos, menos la procesión y las entradas.  En los actos de alardo, fueron  mujeres fronterizas las primeras que salieron disparando con trabucos, acompañadas del cargador reglamentario. Así mismo, ordenamos la asistencia obligada de filás a actos determinados, especialmente de acompañamiento de los cargos festeros. Nada de lo expuesto, estaba entonces, no  estaba legislado y se nos amonestó repetidas veces  por ello”.

Acabada la exposición de los logros conseguidos, una ligera sonrisa, plena de satisfacción,  se manifiesta en su rostro. Ahora su tono es más animado y su expresión más re confortable y ello nos anima y seguimos hablando de otros aspectos interesantes de la fiesta; pues este hombre que tanto a luchado y sufrido por su comparsa de Fronterizos, se siente orgulloso en su balance final -”a pesar de tantos  sacrificios e injustos  menosprecios”- logró con todo su equipo, equiparar a los “pobres Fronterizos” a la altura del resto de las comparsas que forman  la Unión de Festejos.

A partir de ahora la entrevista tomo un nuevo giro y Santiago analiza diversos de la fiesta de forma contundente, no en balde lleva casi toda la vida junto a su fiesta y su comparsa y por ello opina de conceptos puntuales de la fiesta.  De  nuevo vuelve a sorprenderme con su contundencia  manifiesta respecto a su discrepancia sobre la forma de  realizar el Desfile de Honor, acto que por su naturaleza selectiva de rodelas, capitanes y abanderadas, siempre ha sido el desfile más  brillante: “ El Desfile de Honor, desde que se reorganizó, ha perdido su encanto, pues ahora, aquel desfile excepcional y único que era como un rayo de luz y belleza,  se ha convertido a su paso,  en tres núcleos separados, sin cohesión y sin el arropamiento necesario, por ser tan largo, de la gente llenando las calles, desdibujándose  aquel gran desfile de honor de siempre. Ahora da la impresión de que se está produciendo una entrada en la que  desfilan tres comparsas.”

Su punto de vista es siempre es personal y tenaz, según su consideración sobre lo que se está haciendo mal o bien, de ahí que cambie el tercio a la hora de valorar el acto de la Retreta. “Afortunadamente se ha    ganado mucho en la organización de la retreta, pues antes había más gente que no conocíamos que festeros, y ello desinhibía  a la hora de participar en ella.” ¿Responde Santiago Payá Villaplana a aquella definición de vieja usanza que acreditaba al  caballero español mitad monje  mitad soldado?  Sus años de estudios en el seminario y en el ejército así podrían manifestarlo; de ahí, creo que nace su  lamento a la hora de enjuiciar los actos religiosos de la fiesta: “Es una pena que en la mayoría de los actos religiosos tienen escasa presencia de festeros. Recuerdo que antiguamente, cuando en la fiesta eran solamente  tres o cuatro comparsas, asistían  todos a las misas y la procesión. Ahora se pueden contar fácilmente  los que asisten. Creo que no debemos de olvidar que la fiesta la hacemos en honor San Bonifacio, y él es el pilar espiritual que equilibra el sentimiento de alegría, amor y paz entre moros y cristianos. También es verdad, que a pesar de la escasa asistencia a las misas el santo es  respetado y venerado por todos. Sería una estupidez hacer una fiesta que recrease sólo el enfrentamiento histórico de las dos culturas”

 Considera Santiago que es necesario  que una comisión de estudio se plantee la necesidad de reorganizar los actos de fiesta, uniéndose a las voces que ya lo han solicitado:  “…Podríamos tener una fiesta más relajada, más sincronizada con la historia, además de una mejor   exaltación de la figura del santo, más potenciada, pues es lamentable que uno e los actos más emotivos que tenemos, la entrada de San Bonifacio a la plaza, trascurra a las tres de la tarde, cuando tiempos atrás entraba al anochecer, estando todo el pueblo esperándolo. Y así muchas cosas más, como las entradas que también  deberían hacerse las dos por la tarde.”

 Muy preocupado por la economía en estos tiempos de severa crisis de las industrias del calzado y bolsos, piensa que se debían buscar  medidas para paliar esta  situación: “Es hora ya de dejar a un lado el “picadillo festero” de ser más que el otro, pues la mayoría de la gente tiene limitaciones económicas. Si fuéramos buscando soluciones económicas acto por acto, creo que algunas se podrían encontrar y  la fiesta lo agradecería. ¿Por qué en el pregón las nuevas abanderadas no utilizan los atuendos festeros de su comparsa (aunque tenga que añadirse algún complemento de nueva creación) evitando  el gasto de lucir  modelitos de alta costura, innecesarios para semejante ocasión?  Nadie podrá negar que a Santiago Payá le siga preocupando la fiesta, y a su modo, busca soluciones, aunque sabe que es “predicar en el desierto”, y  si además se atreve  decir, que él quitaría los boatos suntuarios, no podría  ser popular.

¿Es realmente, Santiago Payá un personaje popular?  Sinceramente creo que lo es, pero más, a través de su colaboración en la  Cooperativa Agrícola, donde su gestión fue fundamental para la potenciación del mundo agrícola local con la creación de multitudes de servicios para el pequeño agricultor local y comarcal, por lo cual el 14 de Mayo del año 2002  recibió de su majestad el Rey Juan Carlos I a través del Ministerio de Agricultura, la Encomienda de la Orden del Mérito Agrario.

 Este hombre de carácter, forjado bajo el temple de distintas facetas; religioso, militar, maestro, escritor y poeta, amante de la cultura y de este pueblo, antes de concluir esta entrevista, vuelve a referirse a sus primeros años de juventud, aportándome la revelación de que  jamás se ha podido olvidar de su época de joven,  recordando a los jóvenes del pueblo que no pudieron estudiar como él lo hizo: “En aquel tiempo atroz de privaciones  el alcalde Nicolás Andréu “Colau”, estaba empeñado en que todos los niños fuesen a la escuela,  pidiéndoles a los maestros a los maestros  que le entregaran un parte de ausencias para hablar con los padres de los niños. Al principio los niños empezaban a ir al colegio, pero al cabo de los días los volvíamos a ver por las calles llevando carretillas con la “faena” que sus padres hacían en sus casa y ellos ayudaban en lo que podían (dando de cola o bien contando pedacitos de retales de piel para la  confección de bolsos) pues la necesidad y el hambre eran imperiosas. Yo fui un niño privilegiado, pero jamás he podido olvidarme de aquellos otros que empezaron sus vidas sin la cultura necesaria para hacerles  frente, por todo ello colaboré, siempre que pude, en el ámbito cultural”.


Hay dos momentos culturales muy significativos que jamás olvidaré en la vida de este pueblo, en que la figura de Santiago Payá se puso de manifiesto: Primero fue en el año1982, primer año de la Festa dels capitans, en la explanada del castillo, donde Santiago, protegido con un paraguas del aguanieve que azotaba la fortaleza y a cuantos allí habíamos, solemnemente leyó la crónica del rey Jaime I, referida a Petrer como el manifiesto cultural  histórico que avala a nuestro pueblo y su fiesta de Moros y Cristianos;

y luego, en el año 1989, en el cementerio, antes de dar sepultura a nuestro llorado poeta Paco Mollá, después de su  funeral. Santiago pidió un momento antes de introducir el féretro en la tierra que ya albergaba los restos de su mujer Justa, y a continuación, arropado por un silencio impresionante, trémulo, leyó un panegírico muy emotivo sobre la figura humana y poética de  Mollá que nos emocionó a todos. Fueron dos momentos históricos de nuestra vida cultural en que se puso de manifiesto la grandeza de nuestra poesía y nuestra historia, y él, con su sencillez, fue quien los subrayó.

Llegado a este punto debemos de terminar este resumen de esta entrevista que nos ha dado casi cuatro horas de conversación cultural y festera. Es verdad que ambos hemos disfrutado mucho; él contando el difícil camino de espinas de su comparsa; también intentando arreglar la fiesta, que está empezando a quejarse; y yo escuchándole complacido y mentalmente recordando aquellos años (1978-1987) del aula de cultura de la Casa del Fester en la que él, también fue su presiente, y en donde trabajamos con tantos otros amigos, Conchi, Marisa, María Dolores, Pepe, Antonio, Pablo, Medina, Salvador…

Santiago Payá, Patriarca de nuestra fiesta, se está reponiendo satisfactoriamente,  de una reciente intervención quirúrgica, cuando ha accedido a esta entrevista, en una fría tarde de invierno. Gracias por este esfuerzo, y por sus desvelos por nuestra singular fiesta que tanto amamos y tanto le debe.

                                                Febrero 2006


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