domingo, 29 de octubre de 2023

Desde la terraza del Museo




Escuche en el último Otoño Cultural a la atleta Ruth Bethia, una saltadora de altura muy exitosa al final de su carrera, cuatro olimpíadas y muchos éxitos europeos, 

toda una deportista de élite. Persona que da gusto escucharle, cercana, humilde.

Llegar a la élite de un deporte, supone renunciar a muchas cosas de la vida, a tu juventud, a tu libertad, siempre en manos de representantes,  patrocinadores, feroces entrenamientos y luego llegar a unas marcas inhumanas.

Admiro a estos deportistas por lo que suponen sus sacrificios, valores, culto a su físico del que dependen y contar en charlas a las nuevos/as deportistas ese consejo que sus padres les inculcan, trabajo, estudiar una carrera para el día después y humildad.

Ruth Bethia lo consiguió, son pocos los que consiguen llegar a las élites del deporte y poder continuar en el.

Después de estas trayectorias me quedo con deportistas que como Ruth apuro su tiempo evitando esos dopaje que tanto daño ha hecho al deporte del atletismo para lograr marcas sobrehumanas a buena parte de sus figuras de antaño que como Ruth no han tenido la oportunidad de ser escaparates para futuros deportistas.

Admiro a los deportistas de élite, lamento que hoy ante cualquier evento los controles de dopaje tengan el protagonismo que tienen dudo si existen otros dopajes antidetectables, viendo marcas y calendarios en las
actividades  de atletismo u otras, que ante las exigencias de medios televisivos se exige un modelo de espectaculo deportivo muchas veces fuera de contextos naturales.

Pablo Carrillos Huertas 

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