sábado, 24 de marzo de 2012

Pedir perdón es saludable, las hemerotecas no pueden desaparecer, algo queda.


Hoy en día, todo ‘mindundi’ es capaz de retocar una fotografía suya antes de subirla a Tuenti. Con unas pocas nociones informáticas puedes eliminar esas arrugas tan antiestéticas o recortarte los michelines con una facilidad que ríete tú de la dieta Dukan. Pero hace casi un siglo la cosa no era tan fácil. Aun así, los subordinados de Stalin tuvieron que ingeniárselas sin Photoshop para eliminar de las imágenes de la propaganda comunista a aquellos que incomodaban al dictador. Lo mismo les tocó hacer a los ‘informáticos’ de Hitler, Mussolini o Mao Tse-tsung, que tuvieron que desarrollar una gran habilidad con el retoque fotográfico. La amenaza de las videotecas y hemerotecas es lo que tiene, que agudiza el ingenio.

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