jueves, 8 de octubre de 2020

LA PRACTICA SUBLIME DE LA DANZA... DORI ANDREU

                             

                                                                     DORI  ANDREU

Francisco Máñez Iniesta

La trascendencia de este bellísimo espectáculo de rítmica y música,  nos  muestra  el  alto nivel  del taller de danza de Dori Andreu,  a través  de su  larga   trayectoria  por  este   maravilloso  mundo. Su escuela  de música y danza  ya se manifestó  como una necesidad  de los  colectivos  sociales ,  como  se puede  apreciar  en las pinturas rupestres desde los albores de la humanidad. Más tarde,  también en la antigua Grecia, musa de este arte.


Terpsícore, la  escuela de  danza,  no fue una invención de los viejos griegos; la danza no fue una diversión o pasatiempo. Musa y danza fueron el resultado de una meditada observación de la Naturaleza, donde todo se mueve rítmicamente, describiendo figuras y marcando leyes.  Para comprender el espíritu de la danza basta con sumergirse entre las hojas de un frondoso árbol y sentir cómo el viento las mueve… Sin desprenderse de su tallo, las hojas danzan y cantan, ofreciendo una sinfonía en verde que encanta los ojos y los oídos.

 Basta con sentarse un momento frente al mar, y dejarse llevar por el ritmo inexorable con que las olas baten estéticamente las orillas.

 Basta con ver volar un pájaro, o aun caer una hoja danzando cuando el otoño señala su hora… Basta con ver correr las nubes, que bailan por el cielo, asumiendo mil formas fantásticas.

Basta, en fin, con saber leer en ese libro abierto que a diario nos ofrece la vida, pero del que solo apreciamos –y de vez en cuando– apenas las cubiertas exteriores.

La danza es un alimento compuesto de música y movimiento acompasado, es como una medicina que sustenta a ser humano, que cuida su cuerpo y alma consiguiendo que broten los sentimientos más hermosos de la vida. La captación anímica de la música y la danza libera los sentimientos, y afina las huellas de los golpes de la vida que marcan el carácter, equilibrando el  sentir  del cuerpo y el alma en la aventura de la vida.

Gracias a ella, la grandeza vive en lo humano, con su tristeza y dulzura, preparándote para el regocijo o la batalla por la vida, y prepara  el temple y la sensualidad  para percibir desde el fragor de la batalla de la existencia, el alivio de la música como bálsamo de vida. Es  fundamental  que  los niños  y niñas les   llega el ritmo de la  danza, que la sientan  y la vivan expresada  con continuos  movimientos   corporales, desnudando sus puras almas inocentes… siendo igual para los niños y las niñas.

En la danza se deja de pensar, se vacía la mente que queda a la espera de las vibraciones de la música, inundando su alma que vuela abandonándose a las vivencias anímicas.

Un niño de corta edad que practique la danza cuando finalice sus clases  habrá  sentido la emoción de más música clásica, que toda su familia, y esa suerte les cambiará las emociones  y el  sentido  cultural e espiritual  de su vida… y sentir en  el  entorno  en  la  llama  de la  música   como algo vital para sus vidas   sintiéndose  vibrar con la emoción de la plenitud   elevada de la vida, alcanzar la serenidad para ser feliz, porque como dijo el filósofo, solo es feliz cuando se siente la felicidad  en sí mismo ,impartiendo  la   cultura milenaria  de  la  danza , expresión artística más antigua  de las que se conoce en la historia,

 

 


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