Cuando la ministra italiana tuvo que anunciar los recortes que iban a realizar, los sentimientos se trocaron en lágrimas y le fue imposible continuar hablando.
Sorprendentemente, nuestros diputados, tras el discurso del Presidente Sr. Rajoy, en el que anuncio los mayores recortes de nuestra historia, se volcaron en aplausos de felicitación, creando un ambiente de alta satisfacción ante una situación que como mínimo debería provocarnos sonrojo.
No voy a entrar en si son o no necesarios los recortes, probablemente hay otras formas de hacer que la economía funcione y ni las medidas adoptadas son la única solución, ni probablemente resolveran nuestros problemas económicos, entonces ¿para qué esos histéricos aplausos de aceptación? Si de verdad, como dijo el Presidente, se han visto obligados a adoptar tan drásticas medidas, lo mínimo que tenían que haber tenido es dignidad y demostrar que, de verdad, creen que lo que han hecho resultaba inevitable y que lo hacen porque no tienen más remedio, exteriorizar alegría por tan duras medidas, es, desde luego, muy lamentable.
El problema es doble, ni nos merecemos la situación económica actual, porque los culpables de ella no son los ciudadanos llanos, ni las clases medias, ni unas medidas tan duras y probablemente poco eficientes, se pueden recibir con tan estruendorosos aplausos.
Sras. diputadas y diputados, tengan un mínimo de dignidad y reprimanse, los españoles vamos a sufrir durante largos años, las consecuencias de sus recortes, al menos no se feliciten por ello..
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