La historia deportiva de Cristian Bustos (Petrer, Alicante, 1983) pone
en duda el manido «lo difícil es mantenerse». Al mediocentro del Celta
le ha costado más que a nadie llegar. Ha tenido que pasar por cinco
categorías y ha experimentado en su carne el significado del
pluriempleo. Reponedor de almacén en una gran superficie de su pueblo Petrer (Alicante), de seis de la
madrugada a once de la mañana y futbolista por las noches. Admite que en
más de una ocasión estuvo a punto de arrojar la toalla, pero una
llamada de Subirats para el Hércules de Segunda B le abrió la luz. El
sábado pasado cumplió lo que parecía una utopía, debutar en Primera
División.
Aquellos que un día le invitaron a irse de cena vaticinando que nunca
saldría en las «estampas» (los cromos) fracasaron. En el caso de Bustos
los sueños se hacen realidad. Aunque a cambio de un ingente sacrificio.
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