jueves, 27 de septiembre de 2012

Pedrosa cumple su sueño y se carga a Martínez Cañabate

La alcaldesa de Elda, Adela Pedrosa, ya tiene una muesca más en su imaginario revólver de eliminar imaginariamente a enemigos más o menos imaginarios. Un festival de imaginación, eso es lo que es, y muchas cosas más, la Emperadora. Sí, ya sabemos que Emperatriz es el femenino correcto, pero es que este término es, tal vez, demasiado fino para el pedazo de alcaldesa que tiene la ciudad de Elda. En fin, en esta ocasión, el enemigo más o menos imaginario caído a manos de Pedrosa. REACCIONES A LA DESTITUCION DE JUAN CARLOS JUAN CARLOS, GRACIAS (Desahogo añadido a una destitución injusta) Aunque algunos lo han intentado, Juan Carlos Martínez Cañabate no sale por la “puerta de atrás” de ese Museo del Calzado eldense que ha dirigido los últimos siete años. Ni mucho menos. Cañabate, como le conocemos todos en este pueblo, especialmente ingrato con quienes le entregan mucho de sus vidas, ha sido, por fin, destituido de su cargo mediante unos absurdos argumentos empleados por el gobierno local, que le perseguía hace muchos meses, y que ha aceptado sin más problemas una oposición con esa figura mediocre de la abstención; o sea, una vez más, sin mojarse. Pero no, no sale por la puerta de atrás quien trabaja, como lo ha hecho Cañabate, cumpliendo la tarea de promocionar, de hacer crecer, de difundir lo que es y lo que, hasta el momento, ha querido ser el Museo del Calzado. No sale por la puerta de atrás quien, ante las dificultades y la falta de atención que ha sufrido, sobre todo en los últimos tiempos, va, escribe, pide y llama a todas las puertas para cumplir con el trabajo y el mandato que su puesto le exige. No sale por la puerta de atrás quien, ante el silencio, busca soluciones que no cuestan un euro público a nadie para que, sin ir más lejos, unos trabajadores, los del Museo, puedan cobrar a fin de mes o para poder cumplir con los requisitos que unas administraciones exigen, aunque no cumplan ni paguen. Ese, al parecer, es su delito. El de haber sido capaz, con su esfuerzo personal y el de personas cercanas, de no haber tenido que echar el cierre –todavía- a un Museo olvidado por los gobiernos local y autonómico hace muchos meses. Y esa –bajo la peyorativa y nada casual definición de irregularidad contable- ha sido la excusa elegida para mandar a casa a quien, si en algo se ha excedido, ha sido en el respeto y cariño que le tiene a las cosas y a las gentes de este pueblo que no defienden, cuando deben y pueden, lo que después añoran cuando no hay solución. No. Juan Carlos Martínez Cañabate no sale por la puerta de atrás de un Museo que tiene que abandonar lleno de realizaciones y proyectos y cuyo futuro, hoy más que nunca, es una incógnita. A partir de ahora, quizás, ¿será el momento de empezar a fijarse en la puerta de atrás?

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